la felicidad y la alegría

20 junio 2009
Etiquetas: ,

Llevo un tiempo en que determinados cuestionamientos surgen de forma reiterada en mi trabajo y cada vez más también en mi vida personal, y creo que merece la pena compartir aquí algunos de ellos.

Y quiero empezar por uno que no sé si quienes me leen tendrán por el más importante, pero que a lo largo de los años, está convirtiéndose en uno de los elementos centrales de mi trayectoria personal y profesional.

Es la diferencia entre felicidad y alegría. No sé quién decidió que la felicidad era una meta a lograr en la vida, y cuando lo hizo, sinceramente no sé en qué pensaba. Porque no es sólo que, si una vive con una mínima conciencia y apertura al mundo tal cual es, llegue enseguida a la conclusión de que no existe. No es sólo eso, sino que me planteo muchas veces si no hace daño a las personas tener la felicidad como ideal, puesto que es inalcanzable. Esa sensación de frustración por no ser felices parece haberse convertido en una seña de identidad de muchas de las sociedades que he conocido, y de la mía propia.

Creo que hubiéramos salido mucho mejor parados si nos hubieran hablado de la paz, del gozo y de la alegría.

La paz, que para mí es lo más parecido a la felicidad, es esa sensación impagable que una siente cuando tu vida está en gran medida donde quieres que esté, cuando eres más o menos la persona que te gustaría ser, cuando la gente a quien amas está bien y cuando los proyectos que tienes se van poco a poco haciendo una realidad y cuando además de vez en cuando la vida te hace algún regalo inesperado. Para mí todo eso si lo sumo me sale algo parecido a la paz interior, tan impagable como costosa de lograr.

El gozo son esos momentos únicos, esos momentos donde el tiempo parece detenerse, donde la confabulación divina parece real, donde todo cuadra y sientes tu alma vibrar, esos momentos los conocemos todos del mismo modo que todos conocemos su fugacidad. Lo único que hemos de hacer es vivirlos sin intentar detenerlos.

Y luego está la alegría. La alegría es una opción personal, es algo que está en nuestras manos, porque es voluntaria, es ver el vaso medio lleno siempre, y no de una forma demagógica, ni infantil, ni ingenua, sino radicalmente consciente, porque como ya dijeron antes de mí hay razones para la alegría. Y esa opción creo que debe ser un elemento radical y nuclear de la vida que queremos construir, puesto que además es contagiosa, y debe ser compartida con aquellos a quienes amamos y con todos los demás. Creo que ser una persona que lleva alegría al dolor ajeno es uno de los mayores dones que se pueden tener.

No es sólo una cuestión semántica, creo que va mucho más allá, creo que nos haría bien educar a nuestros hijos e hijas en cosas que están en sus manos lograr, y en sus manos está luchar su alegría, conquistarla a diario, pero en cambio no está en sus manos la felicidad. La alegría por ser real conlleva la exigencia de la coherencia en la opción de vida.

Me preocupa que el mundo que hemos construido parece haberse definido desde la opción contraria: la opción por la desesperanza, por la angustia, por la impotencia y por la tristeza. Es como si en vez de darnos elementos para el vaso medio lleno, nos los dieran constantemente para el vaso medio vacío. Los medios de comunicación, los políticos, las instancias educativas, los padres y madres. Esa visión de mantente a salvo, este mundo es una jungla, no está en nuestras manos cambiarlo, cuánto dolor y desolación hay por el mundo…

E insisto, no hablo de volver la cara a la realidad, ni de ser ingenua. Hablo de que depende de cómo mires la realidad, la forma de vivirla cambia radicalmente y deberíamos perseguir la alegría, contagiarla y vivirla. Deberíamos optar por ella. Hay elementos que la sustentan, la justifican y la alimentan, pero deberíamos plantearnos por qué parece haber ese interés constante en despreciar, ignorar u ocultar esos elementos que sustentan la alegría para transmitirnos en cambio esa imagen espeluznante del mundo que nos lleva a quedarnos en casa conformados y presos de nuestra propia sensación de impotencia.

4 comentarios a “la felicidad y la alegría”

  1. […] entonces recuerdo una vez más el porqué de mi opción por la alegría. Y que en los talleres a profesionales, siempre les digo que para trabajar con personas hace falta […]

  2. Gracias Pepa por tus palabras y por mostrarme una vez más la receta para una vida plena. Te he oído en varias ponencias que he tenido la suerte de estar y nunca me dejas indiferente, es más, me transmites esa alegría y postividad de la que hablas en este artículo.

    Gracias de verdad porque leerte es un «chute» de alegría, de gozo y de fuerza para seguir mirando al horizonte.

    ¡Gracias!

  3. Gracias, Aracelli! Lo intento, hay días que salen mejores que otros, pero a fe que lo intento 😉
    Un abrazo y gracias por querer repetir!
    Pepa

  4. […] Tenía claras cuáles eran mis opciones de vida para criar a mi hijo, ya las he contado en otros post: el amor, la alegría y el valor. Pero y del sistema? Plantearse no sólo en genérico que me […]

Dejar un comentario




Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies