Vacaciones en Madrid

11 abril 2017
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En los últimos dos meses la prisa ha vuelto a mi vida más de lo que quisiera. No es una prisa física, que en eso el mar sigue marcando su pauta. Tampoco de viajes porque ya no viajo mucho. Es esa prisa que se te mete dentro cuando llevas mucho encima a la vez. Demasiada información, muchos proyectos, muchas cosas sucediendo al mismo tiempo. Y casi todas buenas. No hay queja, pero sí cansancio.

Así que escribo poco, porque escribir aqui no conlleva sólo tiempo físico, sino tiempo del alma, y ése es el que tengo a retazos estas semanas. Y esos retazos los entrego a quienes están cerquita, y al peque sobre todo.

Pero cuando mi alma anda atolondrada me vuelvo seca, impaciente, incluso brusca a veces. Y no me gusta, pero son mis límites y con el tiempo, poco a poco, voy aprendiendo a no pelearme demasiado con ellos. Y me doy cuenta de que la gente que me quiere se sonríe. Y me hace sonreír de mi misma. El otro día en un grupo de trabajo maravilloso, mi compañero de Espirales CI, Javier, hizo una imitación sobre mis actuaciones en el trabajo que yo no hubiera hecho mejor. Me reí muchísimo viéndole, y al mismo tiempo pensé que hacía falta una sensibilidad inmensa para percibir tantos detalles en mí (aunque son muchos años ya trabajando juntos) pero sobre todo, para podermelos mostrar con delicadeza y humor. Me sentí una privilegiada por trabajar con gente como él, y el resto de gente que compone ese grupo.

Por no hablar de hacer compatible la logística maternal. Ahi estábamos en el retiro haciendo una reunión de trabajo al sol durante cinco horas mientras mi hijo y una amiguita suya montaban en bici, saltaban y brincaban alrededor. Y toda esa magia sucedía a pesar de mi impaciencia.

Pero es que cuando esa reunión acabó y fuimos a comer, al salir con los niños, una mujer me paró por la calle. Me preguntó si era yo, y me dijo que necesitaba decirme lo importante que había sido yo en su vida, que el libro de «Ser madre, saberse madre, sentirse madre» le había dado luz porque ella también es madre soltera, y que seguía este blog y la llenaba de vida. Lo dijo todo atropelladamente con emoción. La abracé largo y le di las gracias y casi lloro. No es sólo que me paren por la calle, es que me pararon para decirme algo así, que sin saberlo me devuelve más de lo que sé expresar.

Así que el Madrid luminoso de vacaciones lleva días regalándome cosas. Atolondradas, como es Madrid, como estoy yo. Pero preciosas. Cuando aterrizamos el otro día en el aeropuerto mi hijo decía «¿Sabes mami? Me gusta Madrid, me gustaba vivir aquí pero tengo que reconocer que me gusta más vivir en Palma» a lo que le contesté «Pues ya somos dos». Pero estar aqui es también estar en casa. Me doy cuenta de que es digno hijo de su mamá en dos cosas: viajar, que ya le parece la cosa más natural del mundo, y la vida social, que ya tiene agenda casi peor que la mía 😉

Nuestra gente. Nuestra alma. Porque hay lugares que guardan pedazos de nuestra alma, y cuando vuelvo es como ponerme esa parte de mi piel de nuevo. Sigo siendo yo. Esa parte de mí que siempre guardará esta ciudad. Es divertido, antes ibamos de vacaciones a Baleares en busca de la mar, ahora venimos a Madrid. Las espirales, todo es lo mismo pero todo ha cambiado porque yo he cambiado. Y ver a José enseñarle a su amiga del alma de Palma sus rincones de Madrid, su ex cole, su ex casa, su ex parque, su escuela infantil, sus lugares favoritos..me recordaba a cuando me vine a vivir a Madrid para estudiar desde Zaragoza y llevaba a todos los amigos que iba haciendo en Madrid a Zaragoza, para que conocieran aquello, porque pensaba que si no lo conocían habría una parte de mí que no podrían entender. Al cabo de un tiempo dejé de hacerlo, y comprendí que no soy de Zaragoza ni de Madrid sino de la carretera que los une. Esa carretera ahora se ha convertido en triangulo, entre Zaragoza, Madrid y Palma, pero las cosas fluyen. No hay miedo, ni necesidad de cuadricula. La gente que me conoce y me ama conoce poc a poc mis orígenes, como le pasa a José. Aunque sigue siendo bonito ver su cara mostrando y la de su amiguita conociendo.

Hubo un momento que no tiene desperdicio. José me pidió ex profeso ayer poderle enseñar a su amiga su ex cole. LLegamos, estaba cerrado por fiestas, aparqué, se bajaron y José se giró a su amiga y con los brazos abiertos mirando hacia el cole le dijo «¿A que no tengo que explicarte nada más?». Ni siquiera le hizo falta pasar de la puerta. Ella contestó: «no». Y él rubricó «pues eso».

Así que la casa de tia Tere, los amigos, el cumpleaños de Mario, su primo, faunia (no podía faltar!), el retiro… un regalo tras otro. Y hacer compatible eso con reuniones, un curso que increíblemente logramos entre todos que fuera mágico, el mail que se estropea, llamadas y mucha dosis de realidad, de esa que te da escalofrío.

Pero al final queda eso. El sentido. Los tiempos del alma. El gesto de aquella mujer, o la aceptación de aquel equipo. Y la cara de gozo de mi hijo al levantarse en casa de su tía con algunas de las personas que más ama todas juntas.

Pepa

Pd. ya os lo iré contando, porque este año salen publicadas varias cosas que son el resultado de mis últimos años de trabajo. Dos libros: «Educando la alegría» que sale en mayo y «La mirada consciente» que sale en verano. Y entre medias, de aqui a finales de año, algunos artículos y un par de guías para familias. Parece que hay algo en el aire 😉

5 comentarios a “Vacaciones en Madrid”

  1. Muy honrado de aparecer una vez más en este blog de «tiempos del alma».

    Y que conste que el humor que compartimos fue en las dos direcciones: aspectos cómicos de tus comportamientos, Pepa, y aspectos cómicos de los míos (y tu paciencia también con ellos).

    Y muchas felicidades por ese reconocimiento por la calle, tan merecido como inesperado. Está bien que recibas confirmaciones de que marcas para bien las vidas de tantas personas (yo incluido).

    Un abrazo,

    Javier

  2. Querida Pepa,

    Siempre disfruto leyéndote, sintiéndote a través de las palabras y con ganas de darte un abrazo parecido en algún momento…. llegará

    Deseando ahora que caigan a mis manos tus nuevos libros,… muy en sintonía con las cosas en las que estoy yo desde aquí

    Abrazos del alma
    Ana María

  3. Leerte,sentirte privilegios para el alma. ¡Enhorabuena Pepa! No solo por los libros y el encuentro con esa persona, sino por enseñarnos a sentir, a oler, a saborear la existencia propia y la del otro.

    Compañera del alma, compañera.

  4. Pepa,

    Felicidades por sentir tanto y hacérnoslo sentir.

    Un abrazo,
    Chiqui

  5. Querida Pepa, cuanta ALMA, que pena que requiera tanto, porque a mi me gustaría leerte todos los días!
    Entro siempre pensando: que haya un nuevo post!
    Superabrazo para ti, que yo también espero tener algún día en persona, piel con piel.
    Muchas ganas de tener tus libros entre mis manos.

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