Trazos y luz
Hay lugares en los que reconoces parte de tu alma en sus esquinas, y me gusta sentirlo. Me gusta sentir que lo mejor es volver a tu hogar después de viajar por el mundo, para saber que no te quedas en él porque toque, porque es donde creciste sino porque lo elijes, lo elijes con el alma, con el corazón y con conocimiento de causa!. Y me parece un privilegio sentir que por el camino, en este viaje que es la vida en sí misma, vas ganando trazos y dejando memorias, vas ganando afectos y dejando pedazos de ti.
Y es que estos días además he tenido más claro si cabe que el amor merece ser cuidado, mimado, protegido, que es muy fácil herir y destruir lo que lleva años construir y que hay puentes que hay que preservar contra los vientos (a veces los huracanes interiores) para poderte reconocer a ti misma al mirarte.
Incluyo una cita del libro que estoy leyendo ahora mismo («Mil días en venecia», de Marlena de Blassi) junto al mar, porque no tiene desperdicio:
«cogeme de la mano y rejuvenece conmigo, no corras, no duermas, comienza desde el principio, enciende las velas, manten el fuego encendido, atrevete a amar a alguien, dite la verdad, mantente en éxtasis»
Pepa
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