Privilegio
En este blog no suelo hablar demasiado de mi trabajo, pero hay días como hoy que me resulta imposible no hacerlo.
Durante este año estoy realizando una formación/supervisión a cinco centros de protección de menores dependientes del Consell de Mallorca. En una inversión institucional tan rara como valiosa, me dieron la oportunidad de trabajar con cada uno de los equipos por separado una vez al mes durante un año entero. Es algo único porque te permite ver el proceso, y el cambio. No es sólo un curso, o un taller, es un proceso de transformación si el equipo se arriesga a que lo sea.
Los centros de protección son todo un universo, un mundo que parece estar fuera del mundo. Un lugar lleno de historias de dolor y de esperanza. La gente que trabaja en los centros es gente especial. Como toda generalización puede parecer poco ajustada a la realidad, pero no lo es. Trabajar en protección de menores implica un grado de compromiso, de generosidad y de entrega tan poco conocido como valorado. Son profesionales que sostienen el dolor de los niños y niñas. Y lo hacen a diario, no en una sesión de terapia, o en una consulta médica, sino al despertar, al ir al cole, al comer, al acostarse…todo el día. Cada día.
Y hablamos de un dolor que para la mayoría de nosotros resulta sencillamente inimaginable. Pero ellos lo miran, lo viven, lo contienen y lo sostienen a diario. Cuando un niño o una niña grita su dolor de formas a veces muy difíciles, ellos están ahí, le miran y le abrazan. Y cuando logran hacerlo bien, se convierten para los niños y niñas que llegan a esos centros en una oportunidad de vida, escasa y preciada.
Para hacerlo, para dar esa oportunidad, hay que estar hecho de «buena pasta». Necesitan tener agallas y un inmenso cajón de ternura dentro de si. Saber levantarse cada vez que caen, porque caen más veces de las que pueden imaginar, y hay que estar dispuesto a volver a empezar. Porque sólo así les permitirán comenzar de nuevo a esos niños.
Como en todos los colectivos, no todos los y las profesionales cumplen con este perfil, pero de eso hablaré otro día, porque la mayoría a los que he conocido y con los que he trabajado y estoy trabajando sí responden a él y eso es lo que ha hecho posible lo que ha pasado hoy.
Y es que como parte de este proceso les propuse a los equipos, y todos lo aceptaron, dedicar una de las cuatro horas de cada mes a hacer biodanza. Para quien no la conozca, ya hablé de esta técnica aquí, una técnica que conocí personalmente y ahora incorporo a menudo en mi trabajo. Mi idea era crear un espacio de autocuidado y de trabajo emocional dentro de este proceso. Y le pedí a mi amigo Antonio que lo guiara. ¡Y de qué forma tan increíble lo está haciendo!
Hoy hemos hecho una de esas sesiones en un centro de primera acogida, donde reciben en un primer momento a los niños y niñas que se ven obligados a salir de sus familias.. Situemonos, niños y niñas que han sido abusados, maltratados, que han visto cómo sus padres morían o enloquecían o se enganchaban a algo hasta olvidarse de ellos, que han pasado por una o varias familias, para los que es su primer ingreso en centro, o el cuarto, a los que a veces lleva al centro la policía, otras el juzgado, otras los servicios sociales…
Y hemos comenzado a bailar en el patio del centro, a caminar con música, a hacer ejercicios. La música sonaba, nosotros estábamos en la vivencia, mientras algunos educadores cuidaban de los niños y niñas que había en el centro en ese momento. Pero poco a poco los niños y niñas han ido saliendo de sus habitaciones. Y cuando en un momento determinado he abierto los ojos de uno de los ejercicios que estaba haciendo había más de diez chicos mirándonos bailar.
Y esos mismos chicos que chillan, gritan, insultan, no paran quietos y a veces agreden para expresar su dolor y la injusticia de sus vidas se han quedado callados y quietos mirandonos durante más de una hora. Algunos han llorado. Y también han visto llorar a varios educadores. Y les han visto abrazar y ser abrazados, acunar y ser acunados, gritar sus nombres y correr, entre otras muchas cosas.
Y aún no sé para quién ha sido más hermoso. Si para ellos o para nosotros. Sólo sé que días como el de hoy me dan la medida exacta del privilegio inmenso de mi trabajo.
Pepa
Que bien Pepa! Tenerte cerca. Que bien! saber que algunos centros de nuestra comunidad están recibiendo tu apoyo. El centro del que has hablado es un centro muyyyyyy especial,tengo la suerte de vivirlo de visita, como bien has dicho no se puede generalizar , no todos los centros ni todos los profesionales son ideales pero desde luego en este centro empezando por la directora , son un lujo. Lo veo como un centro lleno de explosiones maravillosas, sentimientos tanto de lloros, como de sonrisas, de gritos, como de de abrazos, en su aire se puede masticar la sensibilidad y la esperanza . Deseo que todo este año de trabajo continuado traiga los reportes de tu esfuerzo. Recibe un fuerte abrazo y si entre y entre tienes tiempo para un café avisa. Muac.
Qué difícil enseñar el amor a quien no lo conoce.Te leo y leo esperanza para unos niños desesperados, ternura para unos críos maltratados y oportunidad para quienes ignoran el contenido de esa palabra desde su nacimiento, esperanza ternura y oportunidades, palabras tan ligadas a la infancia y tan ajenas a esos niños que gracias al compromiso de esos equipos de profesionales comprometidos dejan de ser vanas palabras para convertirse en herramientas útiles para arreglar esos pequeños corazones rotos de unos niños de los que, por esas crueldades de la vida, nadie se enamoró. Gracias.
Y los dos primeros comentarios a este post llegan de dos mujeres que conocen de cerca y de corazón de lo que hablo. Gracias, Mercedes, gracias Carmen, vosotras también hacéis posibles días como el de ayer.
Un abrazo grande,
Pepa
Suena una música…
y escuchas…
y respiras…
y te mueves…
y por un momento todo ocurre aquí y ahora.
La magia aparece.
Y abres los ojos y encuentras pequeños ojos curiosos que miran
Y escuchan contigo
Y respiran contigo
Y acaban bailando contigo.
Gracias a los niños y niñas que bailaron con nosotros.
Gracias a los que están con ellos cada día y siguen bailando.
Gracias a Antonio por hacerlo sencillo
Gracias a Pepa por traer la varita
Un beso desde Mallorca
GRACIAS PEPA
HE SACADO COPIA PARA PONER EN TUTORIA Y QUE TODO EL EQUIPO PUEDA LEERLO.
NECESITAMOS ALIENTO PARA CONTINUAR EL DIA DIA DADO QUE SE HACE DIFICIL CON LOS ADOLESCENTES QUE NOS ESTAN LLEGANDO.
CUIDATE
Increible. E imposible no dejar escapar una lágrima. Una lagrima por todos los niños en situación díficil, una lágima por todos los cuidadores que dan un poquito de sí con cada uno, una lágrima por personas como tú, Pepa, que enseñas cómo hacerlo si cabe mejor todavía. Un abrazo inmenso para todos.
Lidia y Marisa, vosotras lo hacéis posible. Gracias de corazón.
Ana, gracias también a ti por percibir la magia en mis letras.
Abrazo,
Pepa
lo sucedido en la clase ronda el privilegio de ser persona, auténtico ser humano.
Biodanza me ha desarrollado como persona y como ser humano en relación con los demás y como consecuencia de mi trabajo he visto y vivido cambios a veces sorprendentes en personas que han participado conmigo y en mis clases.
Es ahora sin embargo y gracias a la oportunidad de trabajo y colaboración brindada por una buena amiga, Pepa Horno, cuando he experimentado el salto cuántico que biodanza es capaz de producir. Es la apertura del corazón a las emociones mías y a las emociones que percibo de los demás. Es la conciencia ampliada de la afectividad llevada a la quintaesencia del ser. Cuando percibes una sonrisa, una mirada esquiva que ahora se sostiene y se torna dulce, un abrazo de agradecimiento y reconciliación. tienes la certeza que algo realmente bueno esta sucediendo. Gracias por todo lo recibido. Gracias por todo lo que sois capaces de hacer. Gracias por estar ahí. Un gran abrazo desde mi corazón.
Antonio, trabajar contigo es un regalo. Y ser tu amiga un privilegio.
Un abrazo inmenso,
Pepa
No puedo añadir palabras a todo lo escrito. Sólo una emoción, un nudo en la garganta.
Tomar conciencia de los roces, las miradas profundas y muchas sensaciones a flor de piel cogida de la mano de nuestros niños y danzando música del mundo te conecta con esa palabra mágica llamada amor.
Muchísimas gracias….estoy reencontrándome con muchas cosas olvidadas, lo hacéis muy fácil, lo hacéis bonito.
Querida Tonia,
Gracias a ti por tomar de la mano a esos niños de muchos más modos de los que se explicar.
Un abrazo inmenso,
Pepa
Estoy encantada de haber leído este artículo. Hace años fui educadora en un centro de menores y guardo vivencias muy profundas, agradables y no tan agradables. Lo que sí es cierto es que es una experiencia que no deja indiferente, es muy intensa porque intenso es, como dice Pepa, el dolor y la esperanza siempre bailando a la par. Ojalá este tipo de experiencias que estáis viviendo se pueda trasladar a muchos centros y vayamos entrando en otra «dimensión» profesional. Animo para abrir camino. Un abrazo. Auxi