Poner palabras al amor
PALABRAS DE JOSÉ
Conversación de hace unos días, mirando el collar que mi sobrina me hizo para mi cumpleaños:
– Mamá, ¿por qué te ha hecho este collar?
-Porque me quiere, cariño, y porque es una artista, ya sabes que es la artista de la familia, se le da increiblemente bien.
-¿Y a mí qué se me da bien, mami?
-¿Tú qué crees?
– Saltar, brincar, trepar…
– Eso desde luego, cariño -riendo- eres el deportista de la familia. No hay nadie en nuestra familia que trepe a los árboles mejor que tú. Pero yo creo que hay más cosas en las que eres bueno.
-….sí,ya lo sé, ya sé en qué soy bueno, mamá, soy bueno amando y cuidando.
– pausa emocionada abrazados- Es verdad, cariño, es realmente cierto, eres muy bueno amando y cuidando.
-Es que me gusta hacerlo, mami.
-Ya lo sé, cariño.
Conversación de hace un rato, en la cena.
– Sabes mamá? Hay algo que yo sé de ti que tú no sabes.
– ¿Ah, sí, cariño, y qué es?
– Pues que tú eres un hada. Un hada que cuando estuviste lista, cuando ya fuiste maga, rompieron la varita y la llevaron al cielo, para otro niño o niña que vaya a ser mamá o papá de mayor.
– (emocionada a punto de llorar) Gracias, mi vida.
PALABRAS ENTRE AMIGOS
Este fin de semana ha sido un tiempo social. Desde primera hora del viernes hasta hace un rato ha sido un correr casi sin parar para lograr llegar a todos los compromisos de este fin de semana. Compromisos de amor y algunos varios más 😉
Llevar al cole, el café de madres, cambiar las ruedas del coche, un café inesperado con una amiga, la sesión con el osteópata, recoger del cole, la sesión de estimulación auditiva de mi hijo, la graduación de mi sobrino (que era a las siete de la tarde y salí ya vestida a las ocho de la mañana porque no pasaba por casa), una cena con amigos, el cumpleaños de tia Tere, una tarde-noche de amigos, una entrevista a una familia, una mañana con amigos y el cumpleaños de un amiguito de mi hijo. Cómo he logrado cuadrar en todo eso los deberes, un par de ratos tranquilos en casa, unos desayunos en la terraza impagables, contestar varios mails de trabajo y varias conversaciones de teléfono relevantes es algo que se me escapa. Desde luego ha sido con ayuda. Ayuda amorosa, como tantas veces.
Pero de todo eso quiero recuperar una sensación única para mí: la del encuentro. Los espacios de encuentro con la gente que amas, que más breves o más largos, te alimentan el alma y te recuerdan a cada rato quién eres. Tiempos que pareces robar a la prisa, pero que eliges vivir con consciencia, donde hablas desde el corazón y abrazas y abrazas.
Pero también el que se da cuando te encuentras con gente que conoces bien poco, de los que sólo sabes al principio que son amigos de alguien a quien quieres y en cuyo criterio confías (dos cosas que no siempre van juntas ;-)) pero que te acogen con los brazos abiertos y te incluyen en esa honestidad amorosa que les caracteriza, y te encuentras abriendo tu corazón, recibiendo lo indecible y viendo cómo las horas pasan sin darte cuenta.
Y vuelves a casa ya tarde y sientes que la vida sigue guardando sorpresas para ti a diario. Tan sólo has de aceptarlas, estar abierta a recibirlas, a mostrarte, arriesgarte, dar y a recibir. Cuando logras parar el tiempo y escuchar sin que nada más importe, y hablar como lo haces a la gente que amas de largo…es algo mágico, pero real. Es un tesoro que, una vez más, te toca recibir agradecida.
PALABRAS EN LOS TALLERES
En los talleres digo a menudo que necesitamos pecar de pesados. Es bueno decir «te quiero», abrazar, besar, acariciar, llamar, celebrar…ser pesados. Los vínculos no se crean queriendo sino haciendo sentir querido. La gente necesita sentirse amada, todos necesitamos sentirnos amados. Y eso no se logra dando el amor por hecho, sino expresándolo.
Pero llegar a expresar el amor para algunos supone un largo camino. Mucha valentía. Y dos o tres brazos acogedores al menos que le digan: sigue, vas bien, ése es el camino. Porque derrumbar murallas, lograr decir a la gente que amas que la amas sin sentirte frágil, pequeño o a la intemperie es uno de los aprendizajes clave de la vida.
Los niños y niñas nos ponen esa parte más fácil, nos enseñan la ternura. Y si no logramos aprenderla, nos pasamos la vida evitándolos porque acaban resultándonos molestos. Pero cuando ellos no están cerca, dejar a alguien (un amigo, una pareja, tu propia familia) traspasar nuestra alma, meterse dentro, acariciarnos implica mucha valentía. Sobre todo para quienes el dolor, el odio o la injusticia dejaron heridos, para quienes confiaron y se entregaron y se sintieron morir.
Pero estamos vivos. Y como varios niños y niñas acogidos y sus familias con quienes estoy conviviendo este mes por motivos profesionales me han recordado, al final se trata de elegir la vida. No es sólo amar, es elegir amar. A pesar de todo. Precisamente por ese todo.
Gracias conmovidas a quienes habéis formado parte de nuestro fin de semana desde el viernes al domingo. Sabed que lo escrito esta noche surge de todos y cada uno de vosotros.
Pepa
Como siempre, es un placer leerte Pepa. Qué bueno que después de todo lo que has hecho este finde, aún hayas encontrado hueco para compartirlo con nosotros. Nada que decir, más que leerte con asombro como me pasa siempre.
He visto la entrada anterior, la de la peluquería, y me trajo recuerdos. Hace ahora tres años, un periodo de sufrimiento y sobresaltos del alma me produjo lo mismo. Creí que me quedaría calva por completo… hasta que los corticoides empezaron a hacer efecto y salió la primer «pelusilla». Una amiga muy querida, que te lee desde Uruguay, me acompañó con mucho cariño al Dermatólogo. Acordarme de la gente que me cuidó me hace ser capaz de recordar mis calvitas con cierto cariño. En ocasiones, vuelven a repertirse; a mi me pasó el año pasado, me salió una del tamaño de una moneda de dos euros y ni fui al médico. Esta segunda vez, como no me asusté, creo que el cuerpo respondió de otra manera. Por lo que veo, tenemos un cuerpo sensible querida Pepa; sensible a los sufrimentos, pero sensible también a las caracias, a los abrazos, a los mimos…
Muchos abrazos
Realmente sigue siendo una maravillaleerte,a veces es como si expresaras los pensamientos que una tiene en alto, pero de una manera mucho más comprensible y bella. Es cierto que hay que estar dando todos los días las gracias por esos momentos compartidos que en realidad permiten agrandarnos a todos y continuar en ese camino tan bonito que es compartir-disfrutar y aprender.
Muchos besos
Me emociona leerte siempre Pepa. Por esa calma que desprendes que traspasa tus palabras y nos hace sentir en paz y por esas reflexiones que nos acarician el alma y nos hacen sentirnos tan bien. Qué importante todo lo que cuentas. Un fin de semana que para otra persona sería estresante y le has sacado el jugo para disfrutarlo. Encontrar personas que saben escuchar y compartir emociones no tiene precio y a veces, cómo bien dices, no son las que te acompañan a menudo.
Las palabras de tu hijo…esas despiertan mis emociones de piel ; )) Felicidades por todo.
No he podido resistir la tentación de comentar. ¡Muy bien dicho!