Ligera
Hay vivencias y transformaciones en la vida que son difíciles de expresar, de darles forma con palabras.
Desde que era pequeña he vivido una sensación interna de peso, y no hablo de mi obesidad, que obviamente es parte de esa sensación, hablo de que la vida me pesaba mucho, una sensación de que vivir me resultaba muy cansado, muy agotador. Me ha costado mucho tiempo darme cuenta de que ese agotamiento tenía que ver con mi exigencia interna, con mi intento de llegar a todo, de hacer las cosas bien, con mi culpa por mis errores, con ese prohibirme abandonar el barco, cualquier barco aunque no lo hubiera elegido, aunque no lo quisiera, abandonar me resultaba inasumible. Y no hablemos de la maternidad, de aquellos primeros tiempos de exigirme ser perfecta en todo, en cada pequeño detalle, de no cometer errores, de pensar todo cuarenta veces. Hasta que poco a poco aprendi a dejarme en el vínculo con mi hijo. A confiar. Que palabra mas importante y más difícil de aprender ha sido para mi!
No hablo de que la vida no me gustara, al revés, me apasionaba y me apasiona. Siempre he tenido una capacidad para el placer a prueba de bomba. De hecho recuerdo mi sorpresa cuando hace años, en mis primeros años en Madrid, mis amigas del colegio mayor me hicieron darme cuenta de que cuando yo estaba mal se notaba mucho porque dejaba de reírme. Nunca hubiera pensado que mi risa fuera tan clave en mi identidad. Como cuando me dijeron lo de mis abrazos. O cuando me descubrí en el sexo. O cuando me encontré junto al mar, hace quince años. Esa capacidad de sentir y de gozar, de entusiasmarme (aunque supusiera cargar con el San Benito de exagerada y vehemente) me mantuvo siempre anclada a la vida, por mucho que pesara.
Pero el sufrimiento, el dolor, las prisas, la intensidad, la exigencia..la vida me pesaba. Y cada cierto tiempo tenía esa petición interna de «que paren la vida que me bajo un ratito, solo para descansar».
Por eso cuando ayer un amigo me pregunto como estaba, me salió decirle «ligera». Porque si tuviera que elegir un cambio, uno solo de los muchos que he vivido estos años seria ese. La sensación de haber ido soltando peso. Me queda mucho aun, mucho por soltar, mucho por relajarme. Pero ya no tengo duda sobre que ese «soltar» es garantía de salud y de felicidad para mi. Es una sensación de descanso, de fluidez (que palabra tan mágica esa que descubrí en biodanza) y de claridad.
El otro día hice un cálculo que me dejo impresionada. Voy a pasar tres meses y medio sin tomar un avión. Estamos yendo mucho al aeropuerto a recoger y dejar gente amada que viene a vernos, pero no volamos. Y cuando me puse a pensar cuando fue la ultima vez que estuve tres meses y medio sin volar…18 años. Dieciocho años! Ni siquiera cuando tuve la baja de maternidad, porque vine con el a Menorca, ni siquiera cuando tome una excelencia de tres meses en mi trabajo en Save the Children, hace ya ocho años, que emplee la mitad en viajar por Argentina y Perú. Dieciocho años para dejar pasar los días uno tras otro junto al mar. Llenarlos de conversaciones, agua, luz, campo…y amor. Luego volveré a viajar, claro que si, y seguiré teniendo una vida mucho más movida que la mayoría de la gente, por mi trabajo y porque me gusta, me lo paso bien, porque lo elijo. Los referentes para medir lo que es «mucho» o «poco» son difíciles de delimitar.
Así que aquí me tenéis, aprendiendo a fluir, a descansar, a dejarme. Porque la vida puede pesar mucho, en parte por lo que golpea, en parte por lo que ponemos cada uno en ella. Al menos esa es mi experiencia. Y además es un aprendizaje sin propósito de enmienda 😉 porque cuanto más confío y mas me dejo mejor me va. En los últimos años he hecho las tres apuestas mas arriesgadas de mi vida: ser madre, dejar un trabajo estable para ponerme como consultora independiente, y venirme a vivir al mar. Y cada una de ellas ha traído a mi vida mas gozo del que soy capaz de expresar. Pero para poder apostar, para poder arriesgar y dejarme de aferrar y soltar pesos me hizo falta un trabajo personal profundo, mucha terapia, la biodanza, la osteopatia y otros varios que llegaron a mi vida y yo tome.
Así que ahora cuando veo esta fluidez en mi vida sonrío con esa mezcla de agradecimiento a la vida y honra hacia mi valentía.
Pepa
Cuando te leo, cuando te siento, cuando pienso en ti me rebosan palabras cuyo contenido nos hace percibir a los que te conocemos, pero sin dudarlo hay cuatro profundamente ligadas a ti:fluidez, valentía,autenticidad y coherencia.
Te aprendo, os aprendo.
A veces me emociono cuando me miro en el espejo de tus ojos. No se si soy la que veo, pero lo intento.
Te queremos los dos,
Pepa
Me ha emocionado el texto, he de aprender a vivir ligera y dispuesta a «navegar» con menos encima. Gracias por la inspiración.
Mi linda
Enhorabuena por todo, por cada dia que construyes y en el que fluyes.
La vida es gozo y disfrute!!!
Un beso grande
Sandra
Pepa, ¡enhorabuena!
Eres un ejemplo de fuerza, constancia y valor.
Un abrazo de esta hija del bosque.
Enhorabuena Pepa. Alcanzar ese estado en medio de un cambio debe ser obra maestra y la consecuencia de tomar decisiones en tu vida valientes y certeras. Entiendo tu pesadez anterior porque a menudo me siento así. Espero alcanzar tu grado de fluidez.
Gracias por tus palabras, Make, hasta hoy no me he puesto a contestar, pero gracias.
Un abrazo de los que quitan peso,
Pepa