La poesía
Alguien a quien quiero mucho lleva tiempo trayendo de nuevo la poesía a mi vida. Al principio no me di cuenta, fue algo tan plácido, tan sutil que no lo percibí. Canciones, poemas, películas, paisajes, narraciones, momentos, cielos… yo no acababa de entender por qué me cautivaba todo tanto. Era una mirada diferente. Era poesía.
Me conmovía y lo sigue haciendo. Me dejaba callada y eso quienes me conocen saben lo extraño que es 😉 con esa sensación de no querer que se acabe, de que te están mostrando algo tan bello, tan pequeño! Como lo fue en su día el brillo del sol en las hojas de los arboles de mi madre o el dios de las pequeñas cosas de mi amiga B. o las historias que mi hijo me contaba con cuatro, cinco años tumbados en la cama antes de dormir.
Y me ha hecho recordar la cantidad de poemas que escribí de niña y de adolescente. Poemas que permanecen guardados en un cajón, como le pasa a tanta gente. Poemas que utilicé para nombrar lo que no podía ser dicho, para dar forma a sensaciones que ni yo misma era capaz de describir conscientemente. Pero hay otro registro, el que se esconde entre lineas de un poema, en los colores de un amanecer o en las palabras de un niño. Es un registro de belleza, verdad y compasión. Un ancla a la vida.
Hace muchos años, cuando quise dejar de escribir, mi hermano me encuadernó los poemas y me los regaló. Cuando pensé que no me quedaban poemas, llegó este blog y los ecos que me hacíais llegar y los cuentos/poema. Cuando quise callar, empecé a inventar historias para mi hijo y luego a escuchar enmudecida las suyas. Cuando pareció que el mundo se volvía del revés en el confinamiento rescaté la poesía en forma de caricias que enviaba a mi gente querida en forma de fotos, objetos, amaneceres, poemas o canciones. Mantener la presencia y la poesía.
Y ahora ha vuelto a pasar. Cuando vuelvo a mí, cuando me toca mirar adentro y vivir desde mi «yo», la vida pone en mi camino alguien que me recuerda la poesía.
Así que un día de estos sacaré los poemas del cajón y los releeré. Y de momento sigo el hilo de amor de la vida, que siempre me ha sostenido, desde la ternura y la belleza. Pura poesía. A veces extraña y dolorosa. Pero eso también cabe en la poesía: el dolor que aún no se puede nombrar encuentra allí un lenguaje propio.
Y yo escucho de nuevo, agradecida, la poesía que habita en mí, en la gente que amo, en la vida.
Pepa
Pocas presencias y menos anclas, aún, como la tuya querida Pepa ❤️
Gracias por estar siempre ahí.
Te quiero a mares y el ancla habéis sido tú y tu familia para mí.
Abrazo agradecido
Pepa