La palabra y la caricia

31 diciembre 2014
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Termina el 2014 y lo hace con una sensación ambivalente para mí. Confío en la vida de una forma cada vez más experiencial, menos pensada y más vivida. Sé que las cosas tienen un sentido y desde esa convicción, para mí cada año y cada retazo de vida tiene un valor inigualable. Pero tengo que reconocer que este año ha sido uno de los más duros que recuerdo en mi vida a nivel personal. En lo profesional ha sido un regalo, un gozo, pero en lo personal ha sido una travesía dificil de describir.

Sé que cuando mire hacia atrás dentro de unos años, sentada mirando al mar, sabré que este año ha sido el motor, el comienzo y el origen de infinitas cosas. Cosas buenas. Pero también sé que cuando pienso en el precio, mi cuerpo aún tiembla. Pero ése es el trato. Ni modo. No hay otra.

Y en estas últimas semanas, la vida va abriendo horizontes ante mí que me/nos llenan de luz. Justamente antes de acabar el año. Y nos brindan la oportunidad de comenzarlo rodeados de amor, una vez más. Así que callo y pienso: bienvenido seas, 2015…

Y en ese viaje de las últimas semanas he tomado consciencia de algo que quiero compartir aquí, algo que le expliqué a mi hijo el otro día. Y es sobre la manera que he encontrado toda mi vida para sobrevivir al dolor, al temblor, a años como éste, que ya los hubo, y no me engaño, muy probablemente los volverá a haber. El otro día le hablaba y le decía que cuando el miedo me bloquea, cuando me paraliza, cuando he hecho cosas que ni yo misma entendí o al contrario, no supe hacerlas, cuando el alma se me encogía tanto que veía gigantes y monstruos tras los rincones, para mí hubo dos herramientas poderosas, dos regalos, dos talismanes: la palabra y la caricia.

La palabra me ha servido para elaborar, para pedir ayuda, para narrarme, para matizar, para cuestionarme…la palabra forma parte de mí desde que tengo uso de razón. Mi padre era crítico literario. Crecí en una casa donde casi no había paredes, salvo en los baños y en la cocina. El resto, pasillos, salón, habitaciones.. estaban llenos de estanterías. Mi madre era una conversadora nata, y escribía filosofía en sus cuadernos. De hecho estoy convencida de que mis padres se enamoraron por sus conversaciones interminables y fascinantes, y sufrieron en los momentos en que dejaron de creer en la palabra del otro, de poder buscarse en ella. La palabra formaba parte del aire que respiré desde mi comienzo. Y cuando pude hacerla mía, que tardé algo más de lo esperable, ya nunca la solté.

Veo el valor de la palabra en la terapia con cada paciente, en los cursos y conferencias que doy, en los mensajes y mails que recibo, en las llamadas y las conversaciones con mis amigos…cada vez que mi hijo dice que a mi me gusta conversar. Veo cómo transforma el alma de las personas, y cómo guarda en sí misma la capacidad de tender puentes o de romperlos, de hacer bien o hacer daño, de la risa y del llanto. Es limitada, pequeña y vulnerable, como todo lo humano. Pero las palabras deberían ser tesoros que enseñáramos a nuestros hijos a emplear con deleite. En nuestras casas y en los colegios los niños y las niñas deberían poder hablar largo con los mayores y entre ellos. Y para eso los mayores deberíamos estar dispuestos a emplear tiempo en conversar con ellos.

Pero luego está la caricia. El contacto físico. Los abrazos. Dicen que soy buena dando abrazos 😉 y creo que es verdad. Hay algo de mi ser que sólo encuentro en el contacto físico con otras personas. En la crianza de mi hijo no me canso de acariciarle, besarle y abrazarle. A todos los padres les insisto en que sean «pesados», que achuchen y besen y acunen y toquen. Pero he comprendido que una parte de nosotros, una parte inmensa, de mí la primera, anida en nuestro cuerpo. Y esa parte sólo se llega a conocer con el contacto físico. La memoria corporal de la que hablamos ahora tanto los psicólogos y los neurólogos, allí donde anida todo aquello que vivimos y ni siquiera llegamos a hacer consciente, lo que vivimos antes de tener la palabra, esos primeros meses y años que ahora sabemos que configuran nuestro entramado y nuestra raiz.

En lo que a mí respecta, el contacto físio es uno de los elementos clave de la intimidad en mi vida, sea familiar (aún recuerdo los abrazos de mi madre, cierro los ojos y puedo sentirlos ahora mismo), sea en la amistad, o sea en las parejas. Siempre me ha gustado caminar cogidos de la mano, los detalles tontos, una caricia en el pelo, por no hablar del sexo..no imagino la intimidad sin contacto físico. Cuando ha llegado el dolor o la angustia a mi vida, lo único que ha podido ayudarme a soportarla ha sido el contacto físico de mi gente amada. Recuerdo el entierro de mi madre donde no solté la mano de mi hermano, o el de mi padre, o las visitas que recibí cuando estaba en un hospital, o los abrazos de algunas personas que hicieron kilómetros para darmelos justo cuando los necesitaba. Como yo los hago tanto cuanto  puedo. Para mí una mano, o una caricia o un abrazo simplemente me devuelven la exacta medida de mi existencia, es lo único que me consuela cuando el dolor me deja sin palabras, y me lleva al silencio.

Así que aquí va mi deseo de año nuevo para todos los y las que leéis este blog: os deseo un año lleno de caricias. Y ojalá las palabras las pongais vosotros después.

Gracias de corazón por las palabras que me habéis enviado, ¿veis? ¡palabras!. Gracias por ser parte de lo luminoso que ha habido en el 2014, que también ha sido mucho.

Pepa

5 comentarios a “La palabra y la caricia”

  1. Gracias a ti, Pepa! He tenido la gran suerte y el privilegio de escucharte de viva voz (y tambien en el silencio de la voz cuando te leo) y te aseguro que tus palabras acarician en ambos casos. Gracias por haber cogido el testigo de tus padres (y de tu abuela….tu articulo de la «presencia» me hace pensar que tambien ella es responsable de lo que tu nos regalas) y llenar nuestros momentos contigo de PALABRAS Y ABRAZOS que nos ayudan a caminar con sosiego y paz interior y sobre todo que nos invitan a sembrarlas en los que nos rodean y hacer de ellas semillas de nuevas caricias y palabras.

    Te deseo un 2015 lleno de ILUSION y de MOMENTOS DE AMOR.

    UN ABRAZO……Y UNA PALABRA, GRACIAS.

  2. Muchas gracias Pepa. A veces las palabras son sembradoras o portadoras de caricias. Como tales he recibido hoy y muchos otros días , las tuyas.
    Después de vivir momentos difíciles y tocar fondo, sólo queda florecer… Feliz Año para ti y los tuyos

  3. Gracias. Gracias por tus palabras y por el abrazo que hace poco recibí de ti. Y feliz 2015.

  4. Querida Pepa,

    Coincido con los comentarios anteriores GRACIAS .
    Gracias por compartir todas y cada una de tus palabras y tus caricias en la distancia.

    Te deseo un Feliz Año, de corazón.

  5. Vuelvo a casa y con calma ya os contesto para daros las gracias.
    Natalia, gracias por tu caricia.
    Patricia, el abrazo fue mutuo. Gracias a ti.
    Marga, ojalá tu año se llene de amor y luz.
    Lourdes, tu intución sobre mi abuela tiene más de verdad de lo que imaginas 😉
    Gracias a todas. Me ha emocionado leeros!
    Pepa

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