Forma y significado
Hace muchos años que desarrollo mi trabajo en público. Bien sea en las conferencias, las formaciones, los medios de comunicación o en un trabajo más técnico, menos visible, pero que implica trabajar con organizaciones e instituciones, siempre en equipo, siempre abierta, siempre expuesta.
Mis padres me hicieron un regalo increíble al enseñarme a poner palabras a lo que sentía y vivía. Yo era más física, pero ellos eran de conversar, conversar, conversar…me enseñaron a nombrar mi ser, a darle forma. Esa capacidad me ha guiado e impulsado en el trabajo terapéutico, en las supervisiones, en las formaciones…en todo lo que hago. Siempre buscando una forma de comunicar lo que sentía, creía o vivía. Siempre intentando llegar al corazón del otro, dando forma a las vivencias y los procesos.
Y luego, a lo largo de estos años he hecho mío un «mantra»: mantener el foco en el «cómo hacer las cosas» mucho más que en el «qué». Mi experiencia me ha enseñado, una vez tras otra, que la forma en que hacemos las cosas marca la eficacia de lo que hacemos, en lo personal y por supuesto en lo laboral. Es ese «modo» el que otorga en gran medida significado.
Y mi modo siempre ha sido expansivo, intenso y vehemente. Con los años parece, según me dicen, que me he vuelto más tierna en público (en privado sé que lo fui siempre a raudales). Mi hijo me ablandó y la calva me ha enseñado a mostrar mi vulnerabilidad y mi pequeñez, a no ocultarme. Sé con certeza que me he vuelto más flexible y moderada en casi todo, y más inflexible y contundente en unas poquitas cosas. Mi «manera» de salir al mundo se ha transformado.
Pero esa forma y el tipo de trabajo que hago me dejan expuesta. Este mismo blog es un buen ejemplo de ello. Comparto, me abro.. y la ganancia es inmensa. No hay duda. Pero también en la parte profesional (no en este blog, que es diferente) llega el juicio, y la mentira, y la lejanía. Es parte del trato. Una parte de mí quisiera esconderse, lograr que todo el mundo pudiera ver lo que yo veo, o como yo lo veo. Pero esa opción no existe. En esos momentos, toca mirar para dentro y apoyarse en mi gente amada.
Creer en lo que hago con cabeza, corazón y «tripas», confiar en la vida y mantener la consciencia sobre el camino en sí mismo, más allá de las metas, son mis anclas. Y los ojos de los niños y niñas con los que trabajo, sus miradas, las suyas y las de mucha, mucha, mucha gente que forma parte de la cara luminosa de la vida. Una parte que no sale en las noticias pero que yo encuentro a diario en mi trabajo. Ellos son mi razón para seguir expuesta, para seguir hablando, y escribiendo.
No es fácil. Pero está lleno de sentido.
Y quiero acabar esta entrada con un ejemplo de ese «modo» de hacer. Os he hablado varias veces del colegio donde va mi hijo, la ecoescuela Sa LLavor, en Binissalem, aquí en Mallorca. Es un proyecto muy difícil de describir por su globalidad y detalle al mismo tiempo, por la coherencia que tiene el proyecto llevándolo a los pequeños detalles y matices mucho más de lo imaginable. Por el aire que genera y que respiran los niños y niñas a diario. Por lo sencillo pero al mismo tiempo radical que es su proyecto educativo. Porque los vínculos, esos hilos de amor de los que yo me paso el día hablando, allí son una realidad tejida entre cánticos, árboles y palabras. Porque se respira estructura y libertad al mismo tiempo. Y porque mantienen la coherencia y la apertura incluso en aquello que yo pueda no estar de acuerdo ;-).
No encontraba forma de explicarlo, de mostrar la didáctica, las áreas del proyecto educativo, el aire del edificio…hasta que lo han hecho ellos. Aquí os dejo un video que han hecho los alumnos de secundaria del colegio junto con el equipo. Un video que no habla de la didáctica que siguen sino del sueño que persiguen, de lo que generan, de lo que logran crear con ese «modo» cotidiano de educar. Escuchad a los chicos, sólo con eso basta.
Sa Llavor escola-comunitat from SA LLAVOR on Vimeo.
Les regalé lo mejor de mí: mi hijo. Les elegí con plena consciencia. Y cuando lo dejo cada día por la mañana en el cole recuerdo por qué.
Vaya el video como cierre de esta entrada en la que he hablado entre lineas y callado de forma expresa.
Gracias de corazón a todos los que leéis este blog por ser parte de ese «otro», de mi sentido.
Pepa
Pepa, gracias por enseñarme a vivir con esa consciencia de la que tanto hablas. Me queda mucho camino por recorrer, lo sé. Pero también sé, y cada vez con mayor certeza, que este es el camino. Gracias, simple y conscientemente, por darle forma y significado a cada cosa que siento, pienso y hago.
Pepa, honro cada día ese hacer coherente y consciente que a lo largo de estos años hemos podido sentir y aprender de ti. Entre tus palabras oídas o leídas, sintiendo tu acompañamiento sutil y respetuoso, algunos hemos esbozado caminitos donde niños y niñas se sienten escuchados, sentidos y acompañados por adultos que su contundencia y firmeza se entretejen con la ternura, cuidado y fortaleza que todo niño y niña necesita para el desarrollo de su identidad y de su proyecto vital.
Como diría Mario Benedetti «Estábamos, estamos y estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados , a sueño» .
Pepa, siempre «TUS ANCLAS».
Tu hacer es «Amor en acción»
Veronica, Carmen… gracias. Vuestros mensajes me han llegado al alma.
Abrazo grande,
Pepa
Siempre es un gusto leerte, Pepa.
Un abrazo desde Asturias.