Final de verano

3 septiembre 2022

Con el paso de los años me doy cuenta de cómo voy construyendo pequeños ritos de paso. Y sentarme a escribir en este pequeño universo mío, que es también vuestro, forma parte de mis rituales de final de verano. Significa que voy volviendo a la cotidianidad, al trabajo, a la conexión con el mundo.

Estos días lo estoy comentando mucho con mis amigos. La palabra que define este verano es tranquilidad. Ha sido un verano tranquilo con tres o cuatro momentos muy especiales, rotundos o sutiles, pero de los que permanecen en el alma:  la casa de Carol, el viaje a Escocia de José con dos aviones, un taxi y un autobus, doce horas solo; los abrazos valencianos, madrileños y zaragozanos; una mañana en el parque y otra en un hotel; una playa que desaparece al mediodía y un porche frente al mar con una primera copa de vino; una conversación ante mi hijo y mis sobrinos y un par de abrazos de bienvenida a casa dentro del mar. Pero el resto ha sido simplemente tranquilo. He estado con mi gente amada, conversaciones largas y sin prisas, de esas de alma que son mi vicio particular. Me he bañado en piscinas y mares, he dormido hasta tarde, he abrazado mucho, mucho, he leído, he escrito un nuevo libro y me he visto la serie «This is us» entera.

Sí, entera 😉 y merece un pequeño comentario. Todo el mundo me perseguía para que la viera pero como me engancho con las series hace años que trato de no ver más que miniseries y ésta eran seis temporadas de 18 capítulos de casi una hora cada uno, demasiado! Pero cuando mi sobrino Mario me dijo «tía, tienes que verla», ya no pude decir que no. Y tal cual. Espectacular, guiones impagables, personajes que son tal cual. Varias de las cosas que narra una de las protagonistas con obesidad mórbida las he vivido yo tal cual (esa nota de las amigas en la piscina diciéndole que no quieren que vaya con ellas porque les da asco la he recibido yo tres veces en mi vida casi literalmente, la variación fue en la tercera ocasión, que fue ya en la adolescencia y lo que decían era que si iba con ellas espantaba a los chicos… Son vivencias que llevas dentro y que ya no duelen pero dolieron infinito y sobre todo me formaron como persona). Y el otro hijo con su historia de la adopción pensando en mi hijo y en mí como familia… una de esas series en las que al final el amor tiene más que ver con aceptar a la gente que amas como es, sin tratar de cambiarla. Donde el personaje más idealizado es también el que en realidad genera las heridas más profundas en sus hijos casi sin quererlo, sin buscarlo o incluso buscando justamente lo contrario. Y llena de conversaciones que podré usar profesionalmente porque describen con sutileza y exactitud experiencias difíciles de trasmitir. Un regalo, aunque me haya resistido tiempo a ello, todo un regalo.

Este verano he sido consciente de lo que ha crecido mi hijo y mis sobrinos, que uno de los grandes regalos de este verano ha sido que volvieran a venir a Mallorca. Los veo crecer y pienso en las personas increíbles en las que se han convertido. Y me asombra empezar a ver la cosecha de tantos años de siembra.

José va poco a poco bajando el acelere para ganar solidez, serenidad. Se está convirtiendo en un adulto tierno y divertido, cabezota y chulillo aún pero consciente al fin de su valía. De hecho, ya hemos llegado a la época de la vida de vidas paralelas. Por fin 😉 Él tiene sus planes y yo los míos. Y luego nos sentamos a desayunar o a comer juntos, nos miramos y nos contamos. Y cada vez me toca callar más (en lo del silencio llevo ya más de un año) y escuchar, sólo hacer de eco. He tenido conversaciones con él, con mis sobrinos, con Héctor su amigo del alma y con otros amigos que han pasado por casa en las que casi, casi parece que ya hablas con adultos.

Sólo lo parece porque luego aparece la adolescencia y los escuchas creyendo que han comprado la verdad en el mercado de la esquina, que saben más que tú, que tú no te enteras porque la vida ha cambiado y ya no sabes cómo funcionan las cosas, y que «ay, mamá, qué pesada eres!» y te sonríes recordándote diciendo esas cosas tal cual a tus padres, a veces con palabras textuales que la vida te devuelve en forma de espejo amoroso. Hasta que todo eso va bajando y ellos también acaban escuchando y quedándose silenciosos con lo que les dices. Conversaciones en las que sientes que logras afianzar algunas certezas que son valiosas, que son necesarias. Y luego acaba y piensas: veremos cuándo llega la próxima. Lo escribí hace tiempo y me he ido reforzando en ello estos últimos dos años, la adolescencia va de flotar. Flotar alrededor. Hacer de pared en determinados momentos y el resto flotar alrededor. Para captar, enterarse y cazar esos pequeños momentos en los que puedes ayudar a estructurar, a dar forma, a crear certeza.

De hecho escribo estas letras después de haber tenido a seis adolescentes durmiendo en casa. Playa y disco, colchones en el suelo, pelis hasta las x, desayunar sin haber dormido casi… la felicidad. Y yo haciendome la dormida con un par de pequeños límites previos.

Haber llegado hasta aquí es sencillamente un gozo.  Y no me refiero sólo a José. Hablo de mí, de esta paz interior, esa sensación de no tener ya nada que demostrar, la sensación de no necesitar correr, la consciencia del privilegio de tanto y tanto amor y tantas conversaciones impagables. Este curso (sigo midiendo los años por cursos) cumplo 50 años y cuando pienso en el camino me parece increíble dónde estoy y me invade un profundo agradecimiento, pero también un reconocimiento hacia mí misma, hacia mi valor y mi resistencia. Este verano un amigo me enseñó esta canción, que no conocía a pesar de mi debilidad por Rozalén, y habla justamente de una pequeña parte de a lo que me refiero.

Me nace honrar mi camino y abrazarme mucho y bien. Este verano cuando mi segunda madre, Aurora, me vio, me dijo «Creo que nunca te he visto tan bien como ahora» Y, como tantas y tantas otras veces, creo que tiene razón.

Ha sido un verano tranquilo. Y debajo de esa tranquilidad pasan cosas importantes, sutiles pero importantes. Pero sobre todo hay una infinita hermosura.

Abrazo inmenso,

Pepa

4 comentarios a “Final de verano”

  1. ME encanta leerte. Gracias

  2. Pepa querida, espero que tu blog, se convierta alguna vez en libro. Será para muchos una gran ayuda ( al menos para mi) y así poder subrayar tantas cosas maravillosas y poder releerlo despacio, una vez y otra. Muchas gracias por la generosidad de compartir

  3. Querida Pepa te conozco hace años, he leído un par de tus libros, de hecho me firmaste uno en la feria del libro de Madrid, donde vivo. Hacía mucho que no me pasaba por aquí y de repente sin saber por qué me he acordado de Pepa Horno y su letras, sus maravillosas palabras, lo bien que reflexionas por escrito. Tambien tengo una hija adolescente y efectivamente la adolescencia es flotar y cuando tienes alguna ocasión anclar un poquito pero sin que se note.
    Mil gracias por tus posts no dejes de abrazarnos y deleitarnos con ellos. Un abrazo para ti 😉

  4. Me encanta cómo te expresas. This is us es una serie muy buena con «mucha miga». Gracias Pepa por compartir con nosotras tus reflexiones geniales

Dejar un comentario




Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies