El «por» a dejar volar
«Por» significa «miedo» en catalán. Es una palabra que me encanta, una de esas palabras que guardan todo un laberinto sólo en la forma de pronunciarlas (la r casi no suena, a mí me suena más a «po»), en su sonido. De esas palabras fáciles de las que te apropias casi sin darte cuenta. Mi hijo está integrando el idioma de nuestra roqueta, lo entrecruza con su lengua materna y va eligiendo de forma inconsciente expresiones y significados particulares. Es uno de los muchos regalos que nos está dando esta tierra. Yo comprendo el idioma y lo leo, pero no llego a vivenciarlo como él.
Ha cumplido 13 años esta semana. Lo celebramos rodeados de amor, de esa red de amor que hace que siempre salga el sol en su cumpleaños y en el mío, aunque haya diluviado el día anterior. Esa red que crea vivencias que fluyen, que son fáciles, que crean hogar. Pidió una bici como regalo de cumpleaños para poder ir y volver en bici al cole, moverse con sus amigos y tener aún más autonomía. A mí me pareció maravilloso y le apoyé. A nuestra red de amor también y todos contribuyeron a hacerla realidad. Hasta nos regalaron el casco y la cadena. Así que el martes fuimos a comprarla.
Cuando salimos de la tienda llegó para mí el momento de bajar a la tripa una decisión de cabeza. La bici no cabía en el coche, así que le tocaba volver a casa en bici desde la tienda donde la compramos. Media hora de recorrido, casi en su totalidad por carril bici, pero ya haciéndose de noche, con un par de cruces y tramos difíciles y cruzando carreteras grandes.
Confío en él y en su capacidad. La decisión educativa estaba clara y era coherente con lo que deseo para él: autonomía y confianza en sí mismo. Pero mi cuerpo tembló, mi tripa se retorció de miedo y me pasé la media hora haciendo la compra para estar ocupada y no pensar mucho. Es tonto, porque habrá otras muchas salidas, cada día, y el riesgo seguirá estando ahí. Pero ya no será la primera. Ni para él, ni para mí.
Cuando llegué a casa con la compra, él acababa de llegar y estaba poniendo la cadena a la bici con una sonrisa de oreja a oreja. Me confesó que había pasado «po» también, que no sabía si sería capaz de subir la cuesta que tiene que subir para ir al cole cada mañana, que casi se da contra una papelera de una farola, que el camino se le había hecho más largo de lo que esperaba… pero todo lo contó con una sonrisa de oreja a oreja, con ESA sonrisa.
Y fue esa sonrisa y no otra la que deshizo mi nudo del estómago.
A partir de ahí, toca confiar.
Estos días he recordado mucho una costumbre que tenía mi madre sus últimos dos años de vida, que fueron mis primeros de carrera estudiando fuera de casa de mis padres. Volvía a casa una vez al mes a pasar el fin de semana y ella siempre me esperaba en la puerta (mi padre lo siguió haciendo después de que ella muriera) y cuando salía del ascensor, casi sin poder soltar la maleta, me abrazaba largo, largo, largo. Minutos podían ser. Y al cabo del rato me soltaba y me decía «ya está, ya tienes el alimento que necesitas para todo el mes».
Alimento para el alma tejido de abrazos. Eso y nuestros ángeles son la base de mi confianza. Lo que acompañará a mi hijo y su bici.
Pepa
Que bonito y que emocionante el cómo has descrito ese nudo que yo he sentido este mes de junio cuando mi hijo fue por primera vez solo en bici desde casa a la piscina. Yo quería acompañarle cerca con el coche y el me pidió que confiara en el, hasta me contó como sabía de memoria por las calles y cruces que iba a pasar… como cuesta aceptar y darse cuenta de que van creciendo .
Cuando me llamo para decirme que ya había llegado y bien, pude dejar de contener la respiración y sentí una alegría nostálgica que nunca había sentido….
Gracias por compartir una vez tus relatos cercanos con quienes disfrutamos leyéndolos
Me emocionan tus palabras, Pepa, de corazón. Hoy mi hija cumple 16 años y cuánta verdad hay en que sus Sonrisas nos ayudan a deshacer los nudos en el estómago. Dejar volar, aunque escueza un poco, en eso estamos. Y los Abrazos necesarios, otra gran verdad. Gracias y un abrazo fuerte.
Que bonic ❤️