El corazón que va transformándose
Agosto madrileño. A mitad de nuestras vacaciones.
Hemos pasado una semana en una Ibiza que a ratos parecía Benidorm pero casi siempre te demostraba por qué no era Benidorm: atardeceres impagables, casas inolvidables, cariños compartidos y peces acariciándote.
Y siempre esa luz de mis islas…mis islas…Y un cariño tras otro que me une a ellas. Esa unión que incluso cuando pareció romperse, parece empeñada en no romperse. Así que veo atardecer mientras escucho tambores, o veo atardecer en el silencio del bosque viendo a lo lejos el mar…y me siento rica.
Y aún tenemos por delante una gozosa ruta por el mediterráneo. La segunda parte de las vacaciones.
Y en medio de todo eso, la convivencia familiar que saca también tus monstruoncillos particulares (el diminutivo es porque quiero ser benévola conmigo ;-)) hasta días como el de hoy. Días en los que llega un amigo de tu hijo y se lo lleva a jugar a los suricatos y tú te quedas disfrutando de un café con su madre (gracias!). Un simple y bendito café, junto con un baño en la piscina. Y ellos corren, y saltan, y van descalzos y desnudos y ríen. Lo mejor de mi vida: la risa de mi hijo. Sobre todo, en uno de esos días que empezaron con más gritos que palabras y que acabaron llenos de caricias.
Porque sé, siento y palpo cada día ese hilo indescriptible que une nuestros corazones: el hilo entre una madre y un hijo.
Y llega la noche, y después de las caricias, me siento a trabajar porque también en vacaciones trabajas a ratos. Y entonces llega este video hasta mi gracias a este estupendo blog. Y es como si me volvieran a acariciar.
Felices vacaciones!
Pepa
Gracias Pepa!! Me hiciste emocionar. Vengo llegando a México después de unos días en Palma de Mallorca, así que andábamos cerquita!! Feliz resto de vacaciones. Un abrazo
Qué marivilloso es leerte, siempre…..
Un beso, Begoña