Horizontes y geografías

3 noviembre 2022

Llevo años viviendo frente al mar. Con el tiempo he comprendido que es el horizonte, la inmensidad, la que abre el alma. Ver el mar al levantarme y al acostarme, levantar la mirada y ver la inmensidad hace que el alma vuele. Al menos mi alma.

He hablado muchas veces en estas páginas de mi «geografía interior», de cómo he llegado a comprender a través de mis viajes lo que significa la geografía de verdad para el ser humano. Cómo el frío o el calor o la montaña o el mar o una gran ciudad o un desierto configuran la forma de sentir y vivir de las personas. Y lo he podido comprobar en mi propia piel y en la de mi hijo al pasar de vivir en una gran ciudad (y eso que éramos inmensamente afortunados porque vivíamos frente a un parque y escuchábamos pájaros cada mañana y veíamos verde) a vivir frente al mar, frente a esta maravilla de amaneceres cotidianos.

Del mismo modo, vivir en una isla tiene una carga simbólica que va mucho más allá de lo que se pueda describir. Vivir en un lugar con límites, expuesto a la inmensidad y pequeño genera un universo interior en sus gentes que cambia los ritmos, las expectativas y la forma de pensar. Pasa lo mismo que cuando vives rodeado permanentemente de hermosura, que creces dándola por obvia. Eso también genera una forma de estar en el mundo.

En mi trabajo trato constantemente de que quienes trabajan con niños, niñas y adolescentes vean los entornos como parte de su intervención. Las paredes de los lugares transmiten mensajes a las personas y generan un aire de buen trato o mal trato. Necesitamos crear entornos seguros y protectores para las personas. Ese concepto clave es la aplicación profesional de lo que trato de decir y de lo que siento cada mañana cuando me despierto viendo el horizonte. Hay algo dentro de mí que conecta interiormente con la belleza, la hermosura y la esperanza de forma automática. Y sobre todo con el privilegio de mi vida y un inmenso agradecimiento. Soy consciente de lo que tengo, de lo que he conseguido y de lo que la vida me ha regalado.

Este año que cumpliré 50 está teniendo que ver mucho con eso: con el agradecimiento. Recibí y sigo recibiendo el amor que me sostiene y me lleva de la mano tanto en el gozo como en el dolor. El amor de las personas que nos quieren, de mi red afectiva, pero amor también en el horizonte cada mañana. Amor en este lado de la vida y desde el otro también. El amor es lo único que vence a la muerte y cada día me siento cuidada y sostenida. Miro a mi hijo, al hombre valiente y precioso en el que se está convirtiendo, miro nuestro hogar, nuestra red, nuestra vida en general y no puedo dejar de conmoverme. Hace unos días tuve una conversación con la persona que probablemente más me conoce y quizá mejor ha sabido quererme y hablábamos del camino, de cómo podía haber sido totalmente diferente, de cómo perseveré y confié. Y cuanto más lo hago, cuanto más confío, más encaja todo. Hacerlo ahora resulta fácil, pero hubo momentos en que no lo fue.

Acabo con dos regalos. Por un lado, quiero incluir aquí un artículo que escribí hace poco que se refiere también a todo esto:  «Individuo, comunidad, sistema«. Habla de lo que he aprendido de la geografía humana en mis viajes por el mundo. Por si los que leéis este blog y no el de Espirales CI queréis leerlo.

Y por otro, una canción como homenaje a la roqueta, al horizonte frente al mar, a la vida. En este idioma que ya es también un poco mío. Habla de todo esto, de las cosas sencillas como decir «t´estim». Y sí, soy de las que tengo un «cor rebel», un corazón rebelde, alimentado por este horizonte.

Abrazo inmenso,
Pepa

4 comentarios a “Horizontes y geografías”

  1. Mi querida Pepa ,
    La vida es un regalo .
    Quien como tú sabes construir
    La belleza es cuestion de corazon
    Hagamos posible esa renovacion
    Basado en el cariño y Amor!

  2. Corazones como el tuyo, Ana, que siempre supieron abrir caminos donde otros no ven.
    Te quiero,
    Pepa

  3. Querida Pepa,
    Vivir y compartir amor.
    Agradecida a tu trabajo, tu enfoque del camino y de la vida.
    Un fuerte abrazo,
    Natàlia

  4. Gracias por compartir este camino desde hace ya mucho tiempo, Natalia.
    Abrazo grande,
    Pepa

Dejar un comentario




Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies