ser madre, saberse madre, sentirse madre

27 octubre 2009
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Hay muchas cosas que no se cuentan sobre la maternidad. Llegues como llegues a ella. Aspectos que forman parte del relato intuido, tejido generación a generación, desde el que vamos construyendo nuestra identidad. Algo así como un alma común, que sólo llegas a atisbar en momentos de luz, de apertura y de entrega.

Nadie me dijo que llevaba tiempo saberse madre, llevaba tiempo, horas, minutos, tardes de parque, lavadoras, purés y peluches llegar a saberse madre. Ni que ese tiempo adquiría otra dimensión, en la que esa ilusión efímera, porque tampoco es real pero funciona, que tenías antes de marcar el paso de tu vida se desvanece y entras en un tiempo que no es el tuyo, porque el tuyo murió y el nuestro aún no ha llegado. Ni que habría momentos en que deseabas parar el tiempo, y otros que pasara tan deprisa que no pudieras ni vivirlo. Tantas cosas…

Pero, sobre todo, no sabía que llegaría un momento donde las fronteras de mi ser no estarían en mi piel sino en la suya, en el que miraría mi vida a través de sus ojos, y la vería cargada de otros colores, de otros brillos y otras penumbras. No sabía que yo también nacería de nuevo.

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