Escuchando a mi rabia

17 octubre 2011
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Espoleada por vuestros comentarios públicos y privados, me animo a seguir poniendo palabras a algunos silencios. Mil gracias por conmoverme tanto.

Seguimos con las emociones prohibidas, con las cercenadas y boicoteadas no sólo por los demás, sino sobre todo por nosotros mismos. Intento dar forma en palabras a todas esas huellas que una caricia o una mirada certeras saben encontrar en ti.

Hablo de mí. De mi rabia, de ese enfado que ni sabía que sentía, del dolor y miedo que se esconden tras ella. Os hablo del engaño, ¡qué gran engaño! que te lleva a creer que si te contienes y no la sacas, si no expresas la rabia, si la controlas y la disimulas, ese enfado desaparece. Pero en eso la rabia se parece a las lágrimas: si no salen, se te pudren dentro.

Qué difícil es distinguir ese límite sútil pero esencial entre respetarse y agredir, entre poner límites, decir «no!» o decir «sí», pero decirlo. Tan diferente de esa sensación de humillación que llega cuando sientes que, una vez más, has traicionado a tu ser.

El alma es sabia, y diseña sus propias trampas. Porque no es lo mismo estar enfadada, que ser consciente de tu enfado. Estar enfadada que sentirse rabiosa. Yo he pasado mucho tiempo de mi vida estando enfadada bajo una apariencia de fuerza, control, incluso serenidad que también eran ciertas, pero sólo en parte.

Porque no lograba sentir esa rabia, no me sentía rabiosa, me sentía triste, apagada, agotada..pero no rabiosa. Por eso podía mantener la apariencia, por eso no perdía las formas, porque a menudo no era ni consciente de estar enfadada. Agresividad pasiva, lo llaman. Esa capacidad de sátira, humillación y desdén, todo en uno, hacia los sentimientos de los demás.

Y lo mejor es que las pocas veces que llegas a sentir la rabia te dices a ti misma que te sobran razones para estar enfadada, y te enfadas sin límite, desmedidamente, y los demás te miran y piensan «¿qué le pasa?» Pero no puedes contestar, porque ni tú misma lo sabes.

Y entonces llega tu hijo. Y te obliga a mirar de frente tu rabia, a sentirla, a aceptarla como parte de ti. Porque es tuya, nada de lo que él haya hecho o dicho merece la rabia. Esa rabia es tuya. Y la miras, y te asustas, y lloras, y te avergüenzas.

Y entonces sí, ahí sale de ti, ahí se va, ahí se cura. Y dejas de sentirte rabiosa. Las cosas pequeñas que antes te sacaban de tus casillas te parecen nimias. Te sientes vulnerable, pequeña y limitada.

Y cuando la rabia llega, la reconoces en tu tripa y te enfadas, ¡qué bueno enfadarse con consciencia! ¡qué bueno ese sentir «me estoy enfadando» o «esto me duele» sin que la emoción se apodere tanto de ti que no respondas de lo que haces o dices! Porque entonces, desde la fuerza que te da esa rabia consciente dices: «basta» o «así no» o «no estoy dispuesta» o «se terminó». Y también dices «te necesito», «no puedo» o «tengo miedo». Y no te sientes culpable, ni mala persona, ni miserable por ninguna de esas frases. Hasta en determinados momentos te sientes orgullosa del límite que has puesto, de haber dicho «no».

Y dejas ir tu rabia para poder mirar tus propias ausencias, tus dolores, esos que se escondían debajo de tanta rabia inconsciente. ¡Cuánto miedo escondido! Porque comprendes que esa rabia la empleaste para cosas importantes. Te fue muy útil porque te permitió sobrevivir. La necesitaste, pero ahora ya no. Ahora ya no hay nada que temer. Y no sólo tu mente, sino tu cuerpo siente que puedes dejarla ir.

Ése ha sido (está siendo) mi camino. Escribirlo es también mi forma de honrarlo. Y quién sabe si es el camino de alguien más.

Y para acabar os envío un pedacito de Jimmy Liao, uno de esos genios que hablan sin palabras. Habla de un pez feliz y de esa rabia consciente de la que hablo, la que te permite no conformarte en una pecera.

Pepa

4 comentarios a “Escuchando a mi rabia”

  1. Hola Corazón
    Tus escritos siempre son un alimento para el alma, me siento tan identificada con ese proceso que vives…,lo vivo y lo siento como si mi voz interna hablara mientras te leo. Definitivamente la vida es la práctica del amor y cuando se va haciendo conciente el amor que está en cada impulso de rabia o tristeza, se convierte en esta hermosa sabiduría que ahora tu nos regalas. Gracias mil.
    Casualmente en estos días leí un libro de Thich Nhat Hanh (maestro zen, vietnamita) «La ira el dominio del fuego interior» El comienza diciendo «Si no fueramos capaces de transformar el dolor que hay dentro de noostros, no podríamos ser felices» Incorpora una imagen que em encantó. «Cuando tienes un dolor de estamago no sacas este organos de tu cuerpo para curarlo, por el contrario te llevas las manos suavemente a él y lo abrazas,lo acaricias, lo mismo tenemos que hacer con la rabia, no la podemos sacar de nuestro cuerpo, es necesario abrazarla siendo conciente de ella para transformarla»
    Un abrazo inmenso
    Te quiero
    Soraya

  2. Mi querida Pepa:
    te cansarás de leer o de escuchar que quienes te seguimos, de una u otra forma, a través de lo que escribes o por tener el privilegio de tenerte cerca, nos sentimos muy identificados con lo que expresas.
    Es así; tienes la capacidad y el talento para expresar sentiemientos y circunstancias humanas con mucha claridad y de forma muy certera. Eres buena, muy buena.

    Gracias por estar ahí, no dejes de iluminarnos.

  3. Mi querida Pepa, por fin he entrado en tu blog…
    eres la vida misma y qué gusto estar y sentir contigo
    tu vida , que es nuestra vida.
    Love you

  4. […] dos años escribí un post sobre la rabia. Lo llamé “Escuchando mi rabia“. Lo narraba como un camino realizado. Pero nunca lo son. En las últimas semanas alguien me […]

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