El «después»

15 abril 2020
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Siempre me impresiona ver cómo los seres humanos con historias, situaciones y caracteres tan diversos podemos vivir de forma tan similar las experiencias humanas radicales. No ocurre con las intrascendentes o con las pequeñas, pero sí con las radicales. Solemos decir que hay muchos modos de vivir el dolor, el amor, la muerte o la enfermedad. Sin embargo, conforme pasan los años, yo tengo cada vez más la sensación de que existen unos mimbres comunes al psiquismo humano que hacen confluir las vivencias cuando son radicales. Confluir, eso sí, siempre de forma polarizada, en lo bueno y en lo malo, sacando lo mejor y lo peor de nosotros mismos.

Me está ocurriendo con todo lo que nos está pasando. La primera semana toda la gente con la que conversaba andaba con cierto aire de irrealidad. O bien irrealidad por el dolor abrumador que le estaba llegando y que le tenía noqueado, o bien irrealidad por centrarse en esa parte luminosa que esta experiencia nos ha traido también, pero obviando el dolor y la intemperie. La segunda semana fue más confusa, pero la tercera sin dudarlo llegó la carga de profundidad. Muchas personas a mi alrededor entraron en crisis. En unos casos por el dolor vivido en situaciones tan surrealistas, tan inimaginables hasta ahora que se quedaban sin recursos para afrontarlo. En otros casos porque el confinamiento, la falta de libertad y la dimensión global de lo que está sucediendo les llegaba incluso a sus espacios protegidos y les empezaba a pasar factura. Me pareció un proceso similar a cuando vas de viaje o de vacaciones, las primeras dos semanas suelen ser de vivencias pero sigues muy activado mentalmente bien al trabajo del que no has desconectado, bien a la vivencia y descubrimiento del viaje. Es normalmente en la tercera semana cuando si estás de viaje, empiezas a añorar y si estás de vacaciones, a descansar.

Y luego llegó la cuarta. Y ahora la quinta. Y en la cuarta apareció el «después» tímidamente. En la quinta ya aparece casi constante en las conversaciones. ¿Cómo afrontar el «después»?

Y yo no paro de recordar algo que he aprendido en mis viajes por el mundo. Lo aprendí especialmente en Centroamérica. Allí muchas veces conversaba con las asociaciones, entidades e instituciones con las que trabajé que me sorprendía la escasez de inversión en infraestructuras para territorios tan pequeños e incluso en zonas de niveles económicos más elevados. También pasaba en la vida personal, veía cómo la gente invertía mucho en viajar, en educación, pero no tanto en sus casas. Hablo, claro, de un nivel económico medio. Al hablarlo en diversos países las explicaciones coincidían. Ellos decían: «¿Para qué vamos a invertir en cosas que se van a destruir? Cuando no es un terremoto, es un huracán y si no un maremoto». Es una región acostumbrada a la fragilidad. Cada cierto tiempo la naturaleza llega a impone su presencia. Siempre me impresiona en las casas de mis amigos de algunos países de esa región ver las bolsas que hay junto a las puertas. Son unas bolsas pequeñas que tienen listas para cuando estalle un terremoto tenerlas a mano para salir: una muda de ropa, la documentación, algunas medicinas, un par de fotos.. poco más. En la puerta de la entrada de la casa. En general, en Latinomérica y el Caribe y en Africa la gente vive muchísimo más conectada a la naturaleza, para venerarla, para temerla o para expoliarla..pero conectados. No ocurre lo mismo aquí en Europa.

Pero hay un concepto que aprendí entonces y esta semana ha vuelto a mí una y otra vez: ligereza. Cuando pienso en el después, intento centrarme en cómo vivir la vida yo, cómo hacerlo con mi hijo. No quiero pensar tanto en el cambio global, porque me surge la rabia, sino en mi cambio personal, en cómo gestar una vida más humilde y más sostenible, en qué cosas quiero cambiar, en cuáles son los parámetros en los que habré de aprender a vivir. Y qué podré ofrecerle a mi hijo. Y me surgen algunos parámetros que quiero compartir.

El primero es el cambio constante. Ya sé, ya sé que la vida es cambio. Aún recuerdo aquel aprendizaje de Asia: «The Mekong always flows and flows in the same direction», hagas lo que hagas, el Mekong siempre fluye y fluye en la misma dirección. Pero para mí se va imponiendo la sensación de que va a tocar aprender a vivir en un mundo que cambie constantemente, un mundo en el que la permanencia no sea posible. Un mundo en el que toque migrar porque una tierra se convierta en invivible, o porque desaparezca o porque esté tan contaminada que no sostenga la vida. Un mundo en el que toque cambiar de casa y de lugar y de trabajo y de… cambiar. Toca aprender a no permanecer. Nosotros, los humanos; yo, la primera, estamos tan aferrados a nuestros lugares, nuestras costumbres, nuestras tradiciones.. Nos toca en cierto sentido volver al origen del ser humano, cuando se movia donde era necesario para sobrevivir. Las grandes migraciones han sido una constante histórica, pero ahora los movimientos racistas y clasistas que están teniendo un auge increíble en Europa son justo para poder permanecer y no movernos de donde estamos, para que no nos «quiten» lo que nosotros construimos a partir de lo que quitamos a otros.

Y en ese cambio entra la ligereza. Soltar las cosas, las posesiones, las relaciones..soltar.  Este ejercicio que mucha gente propone estos días de intentar pensar en qué meterías en una maleta si fuera lo único que te pudieras llevar de tu vida tengo la sensación de que va más allá de una imagen, de que nos conviene pensarlo de verdad. Como las bolsas de entrada de casa de mis amigos.

Soltar hasta la vida, porque no sabemos a quién le llegará el virus, éste y los siguientes que vendrán. No sabemos a quién le tocará irse y a quien permanecer un poco más. Por supuesto hay factores estructurales y políticos. Permaneceremos más los que tengamos un sistema de sanidad público y sólido, los que invirtamos en investigación y sobre todo los que construyamos alianzas entre pueblos y naciones que posibiliten la supervivencia. Pero para eso… falta mucho, o quién sabe si llega.

Pienso en la vida de mi hijo, y siempre pensé que lo mejor que podía enseñarle era a saber adaptarse a los cambios. Dormir en cualquier sitio, comer cualquier cosa, abrir nuestra casa cuanto hiciera falta, adaptarse, viajar, conocer otras culturas, otras formas de vida…entender que no es posible comer en el mismo plato, en la misma mesa, la misma comida y a la misma hora. Pero ahora es más si cabe.

El segundo parámetro con el que habrá que aprender a vivir es el miedo global. Y el miedo lleva a la desigualdad, porque lleva a la parte más animal del ser humano, a su necesidad de supervivencia. Ya cuando escribí «Educando la alegría» lo hice porque estaba asustada de la cantidad de miedo que les estamos inculcando a los niños y niñas en la educación, el tiempo que pasamos hablandoles de la parte más horrible del mundo, de todo lo malo que podía pasarles. Les enseñábamos a no salirse del redil, a buscar la seguridad. Y ahora? Ahora eso se va a volver radical. Porque el miedo es estructural, es como si lo pudiéramos mascar. Estamos enfermos de miedo.

¿Cómo pelear contra esa enfermedad? ¿Cómo hacerlo yo y cómo enseñar a mi hijo a hacerlo? Enseñarle a confiar, a dejarse en las experiencias, a pensar más que nunca en que pueda gozar la vida. ¿Cómo amar y arriesgarse a amar a pesar del miedo? Porque para amar hace falta correr riesgos.

Pero el miedo es global, aquí no hay bandos que valgan, por mucho que a corto plazo se va a incrementar de un modo espeluznante la desigualdad social.  Al final todos somos uno. Y a medio plazo aprenderemos que la humanidad es una, una sola especie, una sola mente, una sola entidad.

Y hay un tercer parámetro que, sin embargo, en este caso no es nuevo para mí. Es un parámetro de vida en el que me toca reafirmarme: el encuentro humano. No sé qué ocurrirá, no sé cuanta permanencia me será regalada. Lo que sí sé es que, sea la que sea, la quiero vivir en tribu, en comunión, en espacios de encuentro. Si puedo tocarme, mejor, si no, con la mirada, o con la palabra, o con los hechos. Pero no quiero vivir sin mi gente amada y aún más allá, sin la posibilidad de seguir conociendo y encontrándome con gente nueva. Quiero conversar hasta el último aliento, o compartir silencios, o mirar los bosques pero hacerlo de la mano de otros seres humanos. No quiero sobrevivir a cualquier costa. Nunca lo quise. Ahora menos.

Estos días, hablando del después, me comentan cosas muy diversas. Por un lado que se habla de recuperar los mercados al aire libre, las estructuras pequeñas que son más inocuas, revisar el tema de los aires acondicionados. Pero por otro las empresas invirtiendo en grandes servidores que permitan trabajar en sucesivos confinamientos, incrementar la potencia de la red que es parte justamente del problema, pero que ahora mismo salva tanto y a tantos. Me hablaban de una vida más sencilla, más de campo. Pero por otro de una crisis económica imposible de dimensionar, y de la pérdida de avances sociales que parecían incuestionables. Me hablan de muchas cosas que son cambios estructurales, no son temporales. No sé cuántos de estos cambios se harán realidad.

Sólo sé que cuando visualizo qué haré el primer día que salga de casa lo tengo claro. Bajar a la cala de debajo de casa y meterme en el agua del mar con mi hijo. Sin más. Y honrar el privilegio de estar viva, de ser amada y amar, de estar aquí y ahora. Y, poco a poco, fluiré donde decida el mekong. Porque toca ser humilde de una vez por todas, reconocer que no controlamos, que hemos sido tan engreídos como para creernos más fuertes que la naturaleza y que la vida. Lo que me queda es aprender a vivir con estos nuevos parámetros que están por llegar. Y confieso que no sé si sabré adaptarme del todo. Confío en que mi hijo y los niños y niñas que amo sí lo sean.

Os abrazo largo,

Pepa

18 comentarios a “El «después»”

  1. Chapeau!

  2. Vamos a continuar Pepa!
    Un comentario! bueno antes que nada un poco de presentación, conocí tu trabajo por esas coincidencias que la vida tiene, pero para las personas que tendemos a preguntarnos y después? sabemos que en muchos casos no son coincidencias son Diosidencias!
    Una de las ideas (para después) que esta empezando a rondar es la necesidad de una tasa universal, si no un seguro de desempleo para los americanos, sino un sistema que incluya a todos lo ciudadanos del mundo.
    Porque? bueno porque el costo de las tragedias como esta es muy alto, y tendrá muchísimas consecuencias, y si mejor pensamos en el vulnerable desde el inicio, y tratamos de proteger o de disminuir esta vulnerabilidad, evitado así migraciones masivas (entre otras cosas) con el alto coste que estas tienen! donde la salud física y mental pueden verse muy afectadas ( por decirlo de una manera muy suave)
    Pensar (para después) en una vida mas comunitaria donde los lazos afectivos puedan ser mas cercanos y solidos, donde los ninos puedan salir a jugar fut con los chicos de la cuadra, donde valoremos los verdaderos trabajos ( si, a los educadores, médicos, productores del campo, etc.) no a tanto «astro» del deporte con sueldos descomunales.
    Si, también tengo miedo no se trata de negarlo, tengo miedo por que amo, pero como has dicho, el amor tiene su riesgo.
    Y en esta situación se vera afectado el mas vulnerable, y no sabemos cual de los miembros de nuestra familia lo es.
    Familia, un tema que me apasiona igual que a ti, lo digo porque hace un mes que encontré una charla que diste en Uruguay, empece a buscar todas tus potencias, y me encantaron, tienes las ideas muy claras y no vendes tu opinión, supongo que tendrás problemas por decir las cosas como son, pero un buen diagnostico antecede a un buen tratamiento, es indispensable para atacar el problema.
    creo que el comentario se esta haciendo demasiado largo
    para acabar pronto me encanta tu trabajo.
    Yo estoy en la misma linea, y estoy buscando llegar a cabo un programa para el acompañamiento de familias de origen migratorio. la idea es igual (3 anos, redes)
    En una charla sobre prevención de violencia, mencionaste uno llevado a cabo en New York, sabes donde puedo encontrar mas información sobre el.
    Me encantaría tener charlas de café a la usanza actual «ciberneticas»
    y usando un poco tus palabras: no todo es tu responsabilidad
    Tenemos que ser todos los que asumamos la responsabilidad de una vida mas sustentable y justa para todos en ESTE planeta
    Un abrazo cibernetico desde Guadalajara, Jalisco, México
    Isabel

  3. GRACIAS Pepa!❤

  4. hola
    gracias por tus palabras.
    Creo que algo que se puede añadir a el después…es algo que a mi me ronda…
    el soporte que nos damos los-as unos-as a otros-as al salir a aplaudir ..nos vemos..nos sentimos…nos compartimos…re re-hace el sentimiento de comunidad de estar-ser todos-as juntos-as..
    lo que me ronda es …porque no fortalecer esas redes que surgen de lo espontaneo …?ese saludo al vecino del bloque de enfrente que le he puesto cara?…
    bajemos y Celebremos estar-ser JUNTOS-AS… compartamos una comida «de lo que haya» esa común-unión.
    Gracias por leer…

  5. Nunca lo habría divago mejor, ni con tanta serenidad no exenta de agudeza ni de alegria ni de esperanza. He aprendido mucho con tus palabras , querida Pepa. Y las voy a difundir porque en estos confusos y ruidosos y malévolos días nos hacen mucha falta palabras llenas de profundidad interior y de calma que desafíen al miedo. Gracias mil.

  6. Gracias por compartir tus reflexiones co el corazón abierto y permitir a los demás sentirnos un poco más acompañados…

  7. […] motivos. Porque ya pesa, el tiempo se hace más largo, porque el final se ve más cerca, porque el “después” aparece como posible y da miedo… pero sobre todo porque la emergencia externa ha rebajado […]

  8. […] de las sesiones hablamos de cómo acompañar a los niños, niñas y adolescentes en este “después” que se nos ha convertido en “ahora”. Surge en mis propias reflexiones como madre […]

  9. Es curioso lo que planteas de la perspectiva de Latinoamérica….

    A veces nos creemos el centro del mundo y somos un granito más de las fantásticas playas del Cabo de Gata.

    Buen día y que disfrutes ese baño con tu hijo, cuando llegue…. Yo lo disfrutaré con mi ahijado!!!….

  10. Un post muy bueno. Hace falta acostumbrarnos a esta nueva vida, no pensar tanto en las cosas materiales y centrarnos más en lo que nos hace feliz.

  11. Me ha parecido muy interesante tu artículo y es cierto que poco a poco llegaremos al después que nosotros queremos, al que pensamos que teníamos antes de este gran virus. Pero ya nada volverá a ser igual que antes. Nuestro después debe estar forjado con todo el esfuerzo y las ganas que podamos poner para mejorar esta situación, siempre y cuando sigamos teniendo en cuenta las normas de seguridad y los procesos para llevar un distanciamiento adecuado y estar desinfectados. Gracias a todo esto y con el paso de los días conseguiremos vivir en un mundo sin miedo.

  12. Me ha parecido bastante interesante el artículo porque aunque pensemos que hay un «después», nada volverá a ser igual que «antes» por lo tanto nos tenemos que adaptar a esta nueva normalidad intentando mejorar con esfuerzo algunas actitudes de nuestra personalidad. También me ha llamado la atención cuando argumentabas lo de tus amigos en Centroamérica y Latinoamérica ahí me doy cuenta que nos creemos el centro del universo y en verdad solo somos un grano de arena más de la playa como bien decías en el artículo.

  13. Parece ser que el después está llegando y lo estamos acogiendo con mucha esperanza. Esperanza de vida y de disfrutar momentos en compañía de los nuestros desde la responsabilidad para que este después se convierta en un bonito futuro.

  14. Es interesante como el «después» nos ha cambiado y es cierto que tenemos que adaptarnos al nuevo mundo y vivirlo de otra manera.
    Me ha llamado la atención cuando hablas de tus amigos de Latinomérica, ellos disfrutan mucho de la naturaleza y la valoran tal y como es pero es verdad que aqui en España no es así.
    A raíz de esto, hoy en las noticias me ha llamado mucho la atención que otra vez el mar está contaminado por plásticos debido a las personas las mascarillas y guantes al mar, eso hace que otra vez vivamos en un mundo donde no cuidemos la naturaleza que tenemos. Es muy triste pero cierto…

  15. Somos seres con diversas personalidades que actúan y responden de diferente manera, pero en situaciones con efecto radical para todos compartimos una similitud que llevamos con nosotros desde nuestros orígenes el instinto de supervivencia que yace en cada uno de nosotros, lleva a flote lo mejor o lo peor de nosotros en los peores momentos.

    Este instinto de supervivencia del cual se habla tanto despierta solo cuando nos sentimos realmente asustados, pero debemos de cambiar un aspecto presente en esta supervivencia la lucha es para la supervivencia de todos no de un solo individuo o de un grupo reducido, cambiemos ese egoísmo por empatía ante los demás.

    Las semanas que han pasado han hecho que cada uno de nosotros pase por diferentes fases: irrealismo, confusión, crisis, desesperación y la añoranza de esos abrazos, mimos… esto realmente toco nuestra fibra sensible, nuestro corazón. Las semanas vuelan como pájaros, pero por lo menos ellos saben dónde se dirigen, nosotros no y de ahí surge la pregunta sin respuesta que todos nos hemos planteado ¿Qué pasará después de todo esto? Un futuro al cual no queremos afrontar y queremos regresar al pasado, “Todo será como antes” eso es lo que deseamos oír con todas nuestras ganas, ansias e inquietud, no será así esto ya marco un antes y un después. Conformémonos con los dichosos que somos de poder despertar en 4 paredes, otros no tienen la dicha de poder despertar de esa manera o abrazar a nuestros padres… Saquemos lo mejor de nosotros, cambiemos nosotros primero antes de esperar un cambio en los demás.

    Me alegra gratamente como te expresas de Centroamérica y otros continentes no tan favorecidos como Europa, te refieres a ellos como continentes con mensajes positivos, tus viajes te han hecho una persona más valiosa de lo que ya eras, comprendiendo el lado bueno de las cosas o mejor dicho resaltando esas características positivas. No tengo referencia de otros países, pero sí de Centroamérica sobre la inversión en educación, cultura… Lo que nos inculcan desde pequeños es que debemos mejorar, ser cada vez mejores y no apreciar el valor que nos pueden dar por lo material sino por nosotros como seres individuales por cómo somos. Una frase que dicen las personas mayores en mi país Perú “Disfruta hoy o los gusanos lo harán por ti” una breve explicación, que vivamos cada día como si fuese el último de lo contrario los únicos que disfrutaran con nosotros será los gusanos, llegando así el fin de nuestros días, la muerte. Mi país sufre cada cierto tiempo desastres naturales y es nuestro día a día, lo había olvidado. La naturaleza nos quita todo de un día para otro, por eso lo material pasa a segundo plano, lo que realmente nos afecta es la perdida humana que se lleva cada desastre natural que se presenta, esas lagriman de desconsuelo o quizás resignación… Recuerdo esos días cuando estaba en mi país, las noticias nos avisaban un mes antes, semanas, días u horas antes de que pase un terremoto o incluso no les daba tiempo de predecirlo. Las bolsas colgadas en la entra, también debajo de la cama con lo esencial porque no sabias a qué hora o en qué momento podía ocurrir. Lo más bonito era el apoyo que todos se brindaban, en los canales de noticias aportaban un número para recaudar fondos y las personas ayudaban, aunque sea con muy poquito, pero ayudaban…

    La naturaleza puede acabar con todo a su paso, así como nos da todo también se encarda de quitárnoslo en un abrir y cerrar de ojos. Puede acabar con nosotros en segundo, debemos de tener más conciencia ante ello, más amor y respeto por todo lo que nos ha ofrecido hasta hoy en día y por el futuro que también depende de ella. Se debe estar más conectados a ello ya sea para amar. respeto, exploración o temor.

    Aprendamos a vivir sin miedo a perder lo que creemos nuestro y avancemos más, creando un futuro mejor, subsanado los errores del pasado. No volver al pasado, esto es como un móvil al cual se le ha restablecido los datos de fábrica, el propietario lo ha hecho porque presentaba problemas en la ejecución de su objetivo, una vez reparto el dispositivo el usuario ya no cometerá el error cometido en el pasado.

    Vivir con la esperanza de seguir conociendo, conociéndose y encontrando nuevas personas, enriquecernos con sus vivencias y las nuestras. Levantando la cabeza y mirando más allá de esas 4 parees que nos rodean. Pensar que haremos el primer día que todo esto acabe. Empecemos por el cambio y fortaleza personal antes de buscar soluciones que no están en nuestras manos. Tomemos esta situación como un reto, un pequeño obstáculo que nos hará caer y también nos permitirá levantarnos más fuerte que en la caída.
    (Disculpe por mis testamentos, pero me ha encantado leer cada párrafo).

  16. No puedo añadir ni una coma a tu comentario Stephany. Lo siento igual. Gracias por tus palabras! Abrazo

  17. Me ha parecido muy interesante el artículo porque es verdad que nos tenemos que acostumbrar a la nueva vida y no prestarle tanta atención a las cosas materiales como camino a la felicidad.

  18. Querida Ana Belen, para mi todo lo que está pasando está suponiendo un proceso muy potente interior. Y algunas cosas cambian de lugar. Un abrazo!

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