El amor y los libros

13 abril 2011

Desde que publiqué «Ser madre, saberse madre, sentirse madre» me están pasando cosas preciosas, cosas que me devuelven el sentido no sólo de lo que haces sino de mis opciones de vida. Mails, llamadas y cartas que estoy recibiendo de la gente que va leyendo el libro, charlas organizadas y las presentaciones que voy haciendo.

Sobre todos los primeros no voy a hablar porque son personales, pero sí quiero compartir parte de los textos que las personas encargadas de presentarme en las presentaciones escribieron para la ocasión, porque creo que lo merecen.

Es curioso, porque al principio, cuando estábamos organizando la presentación en Madrid, pensaba en que la persona que me acompañara en la mesa tenía que ser una mujer, por coherencia con el libro, que al fin y al cabo trataba sobre la maternidad. Al final de las cuatro presentaciones que hemos hecho hasta ahora, en tres de ellas me ha presentado un hombre.

En cada caso fue la elección más acertada y lo fue porque fueron elegidos no por ser hombres o mujeres sino por su vínculo afectivo hacia mí y sobre todo hacia mi hijo José. Su padrino, uno de sus abuelos adoptivos y un maestro que le enseñó los misterios de los árboles en Euskadi. La cuarta persona era un caso diferente porque fue elegida por representar un proyecto en el que creo liderado por gente a la que quiero.

Pero quiero aprovechar que me han dado permiso para transcribir aquí sus textos, porque creo que lo merecen. Hablan de mí, pero hablan de mucho más que de mí.

De la presentación de Madrid, quiero retomar parte del texto que Javier Cortés donde habla de mi credo personal y un texto que él citó de Martín Garzo. Y de la presentación de Euskadi, adjunto el texto completo de Fermín Barceló.

Espero que os gusten, a mí me emocionaron.
Pepa

PRESENTACIÓN EN MADRID 7 DE MARZO 2011
Javier Cortés
Director General del Grupo SM

» El credo de Pepa contiene palabras como amor, red, apoyo, vínculo, alegría, sentido, vivencia, debilidad, reconocimiento del dolor, reconocimiento de la limitación, misterio, apertura, riesgo, aceptación, trascendencia, exigencia y autenticidad»

Texto de Martín Garzo citado por Javier:
«Todas las primíparas eran como María, la madre de Jesús. Creían que a sus hijos se los había traído un ángel y que su nacimiento era un milagro. Que cuando fueran mayores serían justos y buenos, que se pondrían de parte de los débiles y consolarían a los otros niños del dolor»

PRESENTACIÓN EN BILBAO 11 DE ABRIL 2011
Fermín Barceló
maestro y ex responsable de infancia en el Ararteko

«Gracias por haber acudido a esta presentación en Bilbao del libro “Ser madre, saberse madre, sentirse madre”, de Pepa Horno. Eskerrik asko, benetan.

A mí me toca, simplemente, hacer de introductor.

Conozco a Pepa desde hace ya unos cuantos años, de cuando ella era responsable de programas en Save the Children, y yo, responsable del área del menor en el Ararteko. Nos tocó compartir algunas mesas, plazas y jornadas en defensa de los derechos de la infancia. Siempre de manera apasionada y brillante por su parte. Últimamente sigo sus andanzas gracias a los mensajes que me envía regularmente y a los boletines mensuales de Espirales, una de sus nuevas aventuras donde anda ahora metida. La última vez que nos vimos fue hace unos meses, un día que nos visitó en casa con José (coprotagonista del libro que hoy presentamos) y pudimos descubrir juntos casas, nidos, cuevas, rincones donde se agazapaban  caracoles desprevenidos, somnolientos, de muy diferentes tamaños y colores.

Quiero decir con esto que mi presentación ni puede ni quiere ser neutral.

De sus múltiples facetas, me gustaría subrayar tres: la de mujer comprometida (comprometida con la infancia, comprometida hasta las cachas, comprometida con la vida…); la de madre consciente (que no es lo mismo que ser madre); y la de pedagoga incorregible (aunque su título rece psicóloga). Porque creo que, al menos esas tres facetas, aparecen reflejadas con luz propia en este libro.

Pero, seguramente, hacer una presentación de Pepa resulta innecesario. Para algunas de las personas presentes, porque ya la conocéis y habéis podido disfrutar de ella; para otras, porque la conoceréis en cuanto os asoméis a las páginas del libro.

Cuando uno ve editado su primer texto –que no es el caso- suele sentir una emoción muy especial. Pero cuando uno ha escrito y publicado ya varios libros –que sí es el caso-, sabe perfectamente en cuál de ellos se ha dejado más la piel, cuál le ha costado más sangre, cuál considera más personal, en cuál se siente mejor reflejado o con cuál se siente más identificado. En resumidas cuentas, cuál es la niña de sus ojos.

No he hablado de esto con Pepa, pero creo acertar si digo que este libro es su hijo (literario, se entiende) preferido. Al menos, de momento. Porque seguro que habrá más.

Como podréis comprobar – o lo habréis comprobado ya- se trata de un libro que se lee de un tirón, aparentemente sencillo, aparentemente pequeño… Pero (y, seguramente, sobra este “pero”) es un libro muy difícil de escribir. Entre otras razones, porque para hacerlo exige desnudarse.

Se lo dije a ella nada más leerlo, y os lo digo ahora a quienes habéis acudido a esta presentación.

A mí me parece un libro emocionante, vital, valiente, sincero, útil… He puesto en primer lugar «emocionante» porque creo que está escrito con el corazón (o «desde las tripas», como le gusta decir a ella), y porque llega al corazón del lector; le hace sentir, emocionarse. Algo que siempre admiro y que me parece realmente difícil. Utiliza para ello, muchas veces, un lenguaje poético, pero su fuerza no está tanto en las palabras como en los sentimientos que Pepa es capaz de expresar y capaz de suscitar. Una fuerza que nace de la propia experiencia vivida, sentida, de la opción consciente, de la mirada profunda y de la reflexión, unas veces en compañía y otras en soledad.

Lo ha organizado en tres capítulos (Ser madre o la historia de un porqué/ Saberse madre o el vértigo de la realidad/ Sentirse madre o los tiempos del alma) pero, en realidad, la estructura interna, también tripartita, viene lograda de otra forma más sutil, al haber sabido combinar con acierto tres tipos de texto: 1) el relato en primera persona (que hace de hilo conductor de toda la obra); 2) los trozos en cursiva intercalados aquí y allá sin solución de continuidad (que lo apoyan y le dan una fuerza especial, al tratarse de textos rescatados del pasado y dirigidos a una segunda persona, siempre presente pero todavía sin voz: su hijo José); y 3) una especie de resúmenes, situados al final de cada capítulo, fruto de su vena didáctica; “Aprendizajes para compartir”, los llama ella. Se trata de textos entrelazados, especialmente los dos primeros, pero bien pueden ser leídos –o mejor, releídos- por partes, como si tuviera cada uno su propia personalidad.

No es fácil hablar de uno mismo ni de las personas queridas -desnudarse y desnudar- sin hacer demasiadas trampas o concesiones. Hay que elegir constantemente entre qué podemos contar y qué debemos ocultar. Y en esto tan complicado, el libro de Pepa me ha parecido valiente y acertado, tanto por lo que cuenta (incluidos miedos, dudas y errores personales), como por lo que oculta o solo deja entrever (especialmente la historia anterior de su hijo o la de sus padres que, sin duda, ha buscado preservar).

Se trata también, como ya he dicho, de un libro útil, que aporta luz. Pero no sólo útil para aquellas personas que comparten su misma situación o han tomado su misma decisión, sino para cualquier persona que es, o que quiere ser, padre, madre o educadora. Porque en sus páginas encontrará no solo un espejo en el que poder mirarse o interrogarse sobre sus propios modos de pensar y de actuar, sino también muchísimos recursos. Recursos que tienen la virtud de que han sido puestos en práctica y que le servirán, seguramente, como pistas o sugerencias para su propia acción. Recursos aparentemente pequeños y, por eso mismo, de una eficacia a prueba de fuego, como suelen ser los mejores: las frases mágicas antes de acostarse; el corcho de fotos; las normas compartidas; los tiempos y espacios diferenciados; los refuerzos; los horarios y comidas; los lunes de canguro…

Yo, al menos, lo he leído así.

Creo que puedo confesaros que Pepa tenía una ilusión especial por hacer esta presentación en Bilbao. No en vano su segundo apellido es Goicoechea (la de la casa de arriba) y considera que tiene en estas tierras una de sus raíces, de sus anclajes.

Bien. Ya lo has logrado. Aquí las tienes, dispuestas a escucharte. Gracias por tu libro. Zorionak. Y a por ellos.»

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