Dejarse en la vida

17 noviembre 2013

La vida para mí es también magia. Y no me refiero a esa idea bucólico pastoril de la vida como algo bonito, bello e inocente. No me refiero a que sea bella, que lo es, ni emocionante, que también a raudales. Pero también es cruel, dolorosamente cruel y lacerante. Así que no, no hablo de esa magia.

Hablo de lo inefable, lo inexplicable, las preguntas sin respuesta, de esas certezas que te llegan y te invaden sin que puedas saber cómo ocurrió, de dónde se sacó el mago el conejo de la chistera, cómo fue que sucedió, cuándo si no lo viste venir. Esa sensación de que la vida es mucho más que lo que ves, y mucho más que el resultado de lo que haces o decides.

En los últimos meses en los talleres que voy dando la magia está volviendose casi palpable porque lo que surge, lo que sucede es mucho más que la suma de lo que yo doy y lo que los participantes entregan de sí. De repente en un ejercicio, en la construcción colectiva que hacemos de las conclusiones surge algo diferente, algo nuevo. Quizá no tanto un nuevo concepto como una nueva mirada, una nueva forma de nombrarlo, un matiz inesperado, una comprensión distinta.

Y no es algo que le suceda sólo a la gente, sino que me llega a mí. Esta semana en el taller que di en el centro de formación de profesores de Palma me volvió a suceder. Con un grupo de cincuenta educadores infantiles el nivel de elaboración de algunos de los conceptos era muy compejo, como alta la dificultad de encontrar palabras para algunos de los matices y realidades que los participantes me obligaban a afrontar con sus preguntas.

Todos ellos me regalaron el privilegio de esta nueva formulación. Por eso me nace compartirla aquí. Porque fue un regalo para mí, como varios de los que estoy teniendo en los últimos meses. Un regalo que sólo te puede llegar de profesionales vocacionales (sí, esa especie que parece en vías de extinción sigue existiendo y con más ahínco y entusiasmo que nunca, yo me los encuentro allá donde voy y en grupos tan grandes que la gente se queda fuera de los talleres por falta de plazas); profesionales cuya exigencia te confronta hasta un poquito más allá de tus propios límites, para encontrar esa herramienta, esa mirada, esa comprensión que abra nuevos horizontes, y contribuya a la legitimidad, coherencia y calidad de su trabajo.

El regalo fue el siguiente. Y tiene que ver con la magia. Se formularía más o menos así:

Sólo si hay al menos un otro que te da seguridad y confianza, puedes llegar a dejarte, a confiar, a perder el control.

Y sólo si logras ese «dejarte», ese «confiar» puedes lograr los tres pilares del equilibrio emocional que podrían formularse como:

CONEXIÓN/COMUNIÓN con los demás. La construcción de vínculos afectivos profundos y positivos sólo se logra cuando te dejas en el otro, cuando te abres a él o ella, cuando confías aceptando tu vulnerabilidad y tu necesidad de ser sostenido y acompañado, cuando te arriesgas. No puedes llegar a la comunión con otra persona manteniendo el control.

CONSCIENCIA. No hay vida emocionalmente plena sin consciencia. La consciencia de cada vivencia, de cada momento, de cada responsabilidad. La maternidad con consciencia, la vida de pareja con consciencia, trabajar con plena consciencia, tomar el sol con consciencia…cada minuto del día vivido con consciencia nos proporciona paz interior. Tanto más si esa consciencia es sobre el dolor. Sólo atravesando el dolor con consciencia lo sanamos, lo curamos, lo dejamos ir. Vivirlo sin consciencia supone quedar aferrados a él.

ALEGRÍA/ PLACER. Al placer sólo se llega a través de la entrega, del dejarse, de la pérdida de control. La risa no es auténtica si la controlas, y cuando es de verdad se vuelve incontenible y contagiosa. O el orgasmo. Sólo si llegas a dejarte en la vivencia, a no intentar controlar lo que haces y cómo lo haces llegas al disfrute pleno, al placer y a la alegría. El miedo y el control conducen a la ansiedad y la angustia, y no hay peor antídoto para el placer ni mejor garantía de la tristeza, aunque ésta llegue más inmediata o más tardía.

Creo de verdad que no es posible el equilibrio emocional sin consciencia, comunión o conexión con otros y alegría. Y creo que para llegar a cada uno de esos tres elementos el único camino es la entrega, la confianza. No significa no tener miedo, sino saltar el precipicio muerto de miedo. No significa no ser consciente de los riesgos, sino confiar en que en el camino hallarás la manera de sortearlos.

Dejarse es caminar, llorar y reir, sufrir y temblar. Dejarse es ponerse en manos del otro, sea este otro una persona o la vida en su intemperie.

Y la paradoja más importante de este concepto es que sólo aprendemos a dejarnos y confiar si nos dieron en algún momento de la vida una base segura para hacerlo. Venimos de un otro y caminamos hacia un otro. Somos desde otras personas y existimos para otras personas. Sólo si nos dieron la seguridad suficiente, en la infancia o mucho después (porque podemos aprender a dejarnos y confiar en cualquier momento de la vida, ésa es la maravilla, la infancia no es una condena) sentimos el valor que necesitamos para dejarnos.

Pero la clave para la vida no es la seguridad, no es el control, sino la entrega, justo la pérdida de ese control.

Al menos eso creo, eso conté el otro día y eso siento. Y cuando te dejas, aparece la magia.
Pepa

5 comentarios a “Dejarse en la vida”

  1. De nuevo un nuevo post que no me deja indiferente…Me encanta como eres capaz de trasmitir tus experiencias, cargándolas de esa íntima profundidad, de esa linda magia..Felicidades!! Un abrazooo! Mer

  2. Una vez más al leerte se me abre el corazón hacía la vida.¡qué gran capacidad tienes para sensibilizarte con el corazón humano!.Ese corazón universal que late dentro de cada persona que camina por su vida.
    ¡Magía y alegría para cada día!.
    Besos. Carmen T

  3. Genial, cada vez que te leo, disfruto y aprendo
    Gracias (supongo que ya lo habré dicho pero no puedo dejar de repetirlo)

  4. Como siempre genial lo que escribes, gracias por compartirlo con nosotros.

    Inma

  5. Hoy abrí tu pagina y encontré esta reflexión que no sólo me encanta, sino que me viene muy bien en este momento,así que con tu permiso me la apropio para compartirla en mis cursos. Resume la conexión con la vida, la conciencia del presente y el ser parte de algo mas grande que nosotros.Confiar en el otro, confiar en los hilos mágicos del Universo, es una sensación de gozo que se puede explicar cuando se elige vivir desde esa paz interior, que comparto contigo, es Mágica.
    Agradecida de tu claridad y profundidad que llega allí donde el alma escribe entre líneas.
    Un inmenso abrazo corazón. TQM

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